sábado, 16 de octubre de 2010

Articulos interesantes de otros autores

Delgado-Meza: el drama cultural
Jue, 02/07/2009 - 00:07
Por Mirko Lauer
Para los gurús de los diarios de S/.0.50 el caso de la cantante Alicia Delgado pertenece de lleno al pan de cada día. ¿Pero por qué el vehemente interés del resto de la prensa y de gente de toda condición? La posibilidad de que su colega y probable amante Abencia Meza sea la autora intelectual del asesinato ha llegado a la hasta hace poco circunspecta primera plana de El Comercio, y a todas las demás.
Las protagonistas son famosas, y parecía que lo eran de la manera subalterna que todavía caracteriza a todo lo folclórico. Pero en esta hora vienen siendo tratadas como estrellas para todas las clases sociales y todos los sectores culturales. Como si una de esas líneas divisorias que no se nombran acabara de desaparecer, y el país mediático se hubiera decidido a revelarnos un nuevo rostro de nosotros mismos.
La prensa al instante intuyó la curiosidad y la conmoción de enormes multitudes, y acaso en esta súbita tabloidización hay la búsqueda de un público nuevo que entronizar como corriente central de la identidad.
Con las distancias del caso, lo sucedido evoca la reacción del país al suicidio de José María Arguedas en 1969: un acto luctuoso lanzó los reflectores sobre la relación entre culturas. La tragedia confirmó su condición de héroe cultural. Sin duda Meza no es Arguedas (Santiago Alfaro ha estudiado algunos puntos de contacto), pero los reflectores están reapareciendo.
Pero sin ir tan lejos, es imposible no advertir la yuxtaposición del caso Bagua-nativos y el caso Delgado-Meza. Pero en el primero los medios reforzaron una línea divisoria cultural, mientras que en el segundo han definido un clásico crossover (no musical sino policial) al darles a íconos de una cultura el tratamiento reservado para los íconos de otra.
Quizás el público tradicional de los medios convencionales ha visto en la textura de un crimen de apariencia pasional (hasta el momento) la manera de apartar la mirada del incómodo momento político, en que el país de Arguedas, digamos, aparece tan descontento con el país de la globalización. Quizás a algunos el caso Delgado-Meza incluso les refuerce los prejuicios.
Podría argumentarse también que el caso contiene rasgos de desenfado radical que lo hacen muy moderno. Lesbianas, sicarios, videos, celebridades y violencia física terminan siendo un cóctel irresistible hasta para los baluartes de lo criollo. Algo así como el match eterno de las sucesivas reinas del mediodía en TV, ahora convertido en otro clásico: espectáculo y criminalidad.
Retrocede, pues, la imagen de la música folclórica como el mundo de los ídolos pastoriles dedicados a suavizar las nostalgias de un país migrante, o a promover formas de amor en una complicada urbanización. Con su gusto algo mexicano por las armas de fuego, las mujeres y el estilo rudo, Meza hace ya buen tiempo que venía encarnando otra cosa.



Un canalazo

César Hildebrandt- Diario La Primera


García no necesita arrebatar licencias ni cancelar concesiones. Le basta la falta de escrúpulos y la Sunat, su banda de saqueadores propia, para hacerse con un canal de televisión.
El operativo de ayer ha sido al más puro estilo chavista. Veremos si el gran novelista que se enfrenta al protodictador boliviariano dice algo al respecto.
Examinemos el asunto. Hace años que Panamericana Televisión, con Genaro a la cabeza, le debía a la Sunat decenas de millones de soles. He sido de los pocos que, tercamente, ha exhibido, en la TV y en cuanto foro me ha tocado hablar, los documentos respectivos.
Genaro debía y debía y la Sunat no cobraba. No cobraba porque no tenía la orden de García. Y porque Panamericana era el bazar noticioso del Apra y la megafonía de ese silencio que al gobierno aprista le agrada tanto.
La Sunat ha podido embargar a Genaro hace cuatro años, cuando su deuda ya sobrepasaba los 40 millones de soles. O en enero del 2009, cuando ya estaba en los 104 millones.
Pero no lo hacía porque Genaro seguía “ganando” en ese poder judicial en el que se movía como piraña en agua sucia. Cautelar tras cautelar, juez tras juez, volando del cono norte a una sala civil previamente aceitada, Genaro producía amparos como si fueran telenovelas de clase B.
Y por eso es que la Sunat no lo embargaba. Porque si lo embargaba, lo quebraba. Y el asunto era que Genaro tenía que seguir administrando el Canal 5. Porque con él y con su rabo de paja kilométrico, García se aseguraba un contenido piadoso, mentiroso o resbaloso (marque usted la X).
¿Por qué ha esperado la Sunat hasta el lunes 1 de junio del 2009?
Porque el viernes 29 de mayo, el decimo-segundo juzgado civil había terminado con la administración de Genaro Delgado Parker. Y era inminente el retorno a la situación previa al 2003, el año en el que Genaro, alegando que el Canal estaba en manos corruptas, entró al Canal para “administrarlo judicialmente”.
Seis años ha durado esa “administración judicial”. Durante este sexenio, Genaro ha quebrado y saqueado la empresa que originalmente fundara. Y ahora, previo trato bajo la mesa, se va tranquilo a su casa. Le deja el Canal a García (o sea a la Sunat) y a los señores Roque Benavides, compañero de pachanga y de impuestos no cobrados, Pablo Cateriano, lobista de almas tomar, y Alberto Cabello, de quien podría decirse, robándole palabras a Vallejo, que es lóbrego mamífero y se peina.
Los tres, juntos y revueltos en el caldo de Sunat que se ha cocinado en Palacio, son el nuevo banquete de García. Con ellos está virtualmente garantizado el retorno, por lo más empinado de sus altas cualidades, de Chichi Valenzuela, archiamiga de Roque Benavides y publicista del presidente de la República.
Lo más grave de todo esto es que el zarpazo de ayer invade los fueros del poder judicial y se interpone, de un modo legicida, en medio de un proceso que ha durado seis largos años y había sido resuelto nada menos que en la Corte Suprema.
Si García amase la ley podía haber esperado el cese de la gestión de Delgado Parker, la transferencia en orden a la administración señalada por los jueces y, luego, la intervención de la Sunat. Eso habría sido burdo y apenas legal. Lo de ayer ha sido chusco y repulsivo.
La pregunta es ahora por qué la Sunat no embarga y administra a Frecuencia Latina, que le debe 54 millones de soles que se niega a pagar desde hace más de cinco años.
No lo hará porque Frecuencia Latina ya está alineada con el fujimorismo, aliado penal de García. Y porque esto no es un asunto de impuestos sino de conveniencia política.
Conozco muy bien al flamante administrador Alberto Cabello. Fue el gerente que me dijo, en su oficina de Canal 2, que me rescindían el contrato por no “estar afiatado” con el resto de los programas periodísticos de la emisora. Y sólo porque me negué a la idea de integrarme al coro ultraconservador que, en enero del 2006, empezaba a ser unánime en la televisión “del sistema”.
Cabello es un operador eficaz de quien sea. En este caso, para pena de su biografía, lo será de Nava y Chirito, de García y de Nores, de Cornejo y de Kouri, de Ventanilla y los Rodríguez Banda.
Cuando América TV entró en insolvencia y se sometió a un proceso concursal, también le debía millones de soles a la SUNAT. Fueron, sin embargo, los diarios “El Comercio” y “La República” los que se hicieron dueños del canal. En el peor de los casos, esa habría sido una salida bastante menos mafiosa que la elegida por García.
Y si el apellido Schutz está manchado –y lo está- y no era dable que Panamericana pasara de Carita a Tirifilo, ¿por qué entonces el gobierno de García no licitó esa licencia? ¿Por qué no se la retiró a Genaro, visitador de Montesinos y solicitante de favores en la salita del SIN?
Quizá no lo hizo porque nadie podía garantizar, ciento por ciento, a qué manos iría a parar Canal 5 tras una puja limpia y convenientemente supervisada por algún organismo neutral.
Si los Schutz no huelen a rosas sino a maletín de deportes y a avaricia sudada y a suizo bamba, ¿a qué huele lo perpetrado ayer?
Huele a García. Recordando a Tennessee Williams: huele a mendacidad. A fajo metido en el sobaco. Huele otra vez a “canalazo” comprado entre sombras.



El camal Cinco

Mié, 03/06/2009 – Diario La Republica
Por Augusto Álvarez Rodrich



El riesgo de la intervención de Panamericana.
La disyuntiva a la que Mario Vargas Llosa recurrió entre el cáncer y el sida se podría aplicar al futuro que tenía Panamericana TV entre Genaro Delgado Parker (GDP) y Ernesto Schütz Landázuri, pero ahora ha surgido el riesgo de una enfermedad mucho más grave en el canal de la mancha: Alan García Pérez.
GDP es el paradigma de lo que no debe ser un empresario decente. El cabezazo como logotipo, la prepotencia como plan estratégico, el negocio oscuro pactado con un ministro como gerente, la adulación al poder como memoria anual. Ancianito para salvarse cuando delinque, mozalbete para seguir haciendo negocios al margen de la ley. Bien merecido tiene la salida por la puerta falsa y con huevos en el rostro.
Schütz, por su parte, vive su segunda fuga de la justicia, esta vez por su actuación estelar en ese episodio vomitivo en el que Vladimiro Montesinos le llenaba el maletín con millones de dólares para comprarle la línea editorial del “canalazo”.
Luego de que GDP hiciera lo imposible por retener el ‘Camal 5’ –donde tanto matarife ha degollado la ética–, incluyendo faenones judiciales en los conos, coquetear con impudicia con el poder, y deambular por los salones de Palacio en todo evento, el 12 Juzgado Civil de Lima allanó el retorno a Schütz.
En ese contexto, una serie de eventos aparentemente dispersos pero sin duda conectados revelan que el gobierno se movió concertadamente con GDP para impedirlo: el apuro de Javier Villa Stein al juez del caso para que, entre toooooooodos los expedientes, justo este sea el ejemplo de agilidad; el cambio reciente en la normatividad de insolvencia empresarial; la declaración de García, el sábado en Palacio, sobre la acreencia de Canal 5 con la Sunat; o el comentario de GDP en Panorama este domingo donde narró lo que ya sabía que iba a suceder.
La forma de concretar este objetivo, a través de una Sunat que recién salta ahora para cobrar S/.117 millones, está en el límite interpretativo de la ley, siendo la primera vez que se usa este insólito mecanismo de intervención que pone al canal en manos del Estado. Ello le otorga a la decisión un manto de sospecha y plantea la pregunta de si se aplicaría también a otras empresas como medios con arrugas tributarias.
Lo correcto habría sido la ruta ya conocida y más apropiada del Indecopi. En cambio, el camino utilizado para atajar a Schütz con una salida puente de plata a GDP es bastante riesgoso para la ya mellada libertad de expresión durante este gobierno que es tan goloso con los medios de comunicación.
Ojalá que el trance sea breve, que no implique que Alan García se convierta en director de noticias del canal, y que la solución empresarial sea transparente.



El Apra, más allá de las internas

Mié, 03/06/2009 -Diario La Republica

Por Nelson Manrique


Para Mauricio Mulder que no haya habido muertos en las recientes elecciones internas del Apra convierten a estas en un proceso “históricamente ejemplar”. Disienten los apristas que denuncian la manipulación de los padrones electorales y otras irregularidades. Pero, más allá de que en la siguiente ronda se consiga o no realizar una elección honrada, hay problemas de fondo, que no van a solucionarse con la incorporación de “los cuarentones”, o de cualquier otro grupo generacional, al cielo del poder.
Un problema fundamental que atraviesa a todo el sistema político peruano hoy es el sistemático deterioro de la calidad de los cuadros de dirección que se ha producido durante las últimas décadas, que si bien afecta a todos los partidos, es especialmente visible en el Apra.
En 1956, cuando salía de la dura clandestinidad a la que lo arrojó el general Manuel A. Odría (con quien, dicho sea de paso, Haya se aliaría apenas seis años después), el Apra llevó al Parlamento como invitados, presidiendo su lista, al gran historiador Raúl Porras Barrenechea y al poeta José Gálvez. Compárese la calidad de semejantes amigos con los fujimoristas Luis Giampietri y Lourdes Mendoza del Solar, a quienes Alan García ha llevado a las vicepresidencias de la República. Y no se trata solo de los amigos. Hubo una época en que el Apra podía vanagloriarse de tener en sus filas a intelectuales de la talla de Ciro Alegría, Magda Portal, Gustavo Valcárcel, Alberto Hidalgo, Manuel Scorza, Juan Gonzalo Rose, Mario Puga Imaña, Serafín del Mar y otros (todos renunciaron al Apra en protesta por el viraje de Haya que lo llevó a aliarse con la oligarquía, pero esa es otra historia).
Si se trata de los dirigentes partidarios de la alta dirección, Luis Alberto Sánchez era un intelectual reconocido a nivel continental y Manuel Seoane Corrales, el Cachorro, era tan estimado como periodista, político e intelectual que cuando estuvo exiliado en Chile le dieron el honrosísimo cargo de director de la revista Ercilla, toda una institución cultural en el país del sur. Todos los mencionados, a los que habría que añadir a Andrés Towsend Escurra, tienen obra escrita, que aún puede consultarse con provecho. De los cuadros de organización, no hay hoy nadie comparable con Ramiro Prialé y Armando Villanueva del Campo, para hablar solo de los dos dirigentes orgánicos más destacados.
Todavía durante el primer gobierno de Alan García podía identificarse algunos cuadros intelectualmente estimables, como Carlos Roca y Javier Tantaleán Arbulú. Agustín Mantilla (uno de los hombres más poderosos del país, ¿habrá quien crea que no pertenece al Apra?), Jorge del Castillo, Mercedes Cabanillas y Mauricio Mulder están muy por debajo de sus predecesores, pero definitivamente son muy superiores con relación a la generación siguiente, que es definitivamente mediocre. Salvo que alguien crea que se puede establecer alguna comparación, a cualquier nivel, entre Luis Alberto Sánchez (quien fue presidente del Senado) y Javier Velásquez Quesquén (que le sucede en el cargo equivalente), o entre Manuel Seoane y Aurelio Pastor, o entre Armando Villanueva del Campo y el impresentable Édgar Villanueva.
El problema viene desde arriba. Comparando a Haya de la Torre y a Alan García es fácil entender qué calidad de gente podrían convocar uno y otro.


Vargas Llosa en Caracas

César Hildebrandt- Diario La Primera


Escuchar a Mario Vargas Llosa decir simplezas solemnes como las que acaba de decir en Caracas es como volver a los tiempos de la guerra fría.
Según Vargas Llosa el mundo se divide, pobremente, entre los que piensan como él (o sea los buenos) y los que piensan distinto (o sea los peligrosos).
Ahora bien, hay varios tipos de peligrosos. Están los peligrosos arqueológicos, que son los comunistas, y los peligrosos inofensivos, que son los socialdemócratas.
Sin embargo, para el pensamiento catatónico de don Mario hay un tercer tipo de peligrosos y estos son los peligrosos-peligrosos.
Los peligrosos-peligrosos son los que no han pasado por el comunismo ni han militado en la socialdemocracia y ni siquiera han querido participar de la política (candidateando a una presidencia, por ejemplo).
Pero esos peligrosos-peligrosos son los que piensan por su cuenta, los que el sistema no engríe sino hostiliza, los que las corporaciones no financian sino tratan de enlodar. Son, en suma, los intelectuales, esa categoría a la que perteneció, brillantemente, Mario Vargas Llosa.
Porque Mario fue el entusiasta castrista de los años 60, el autor de aquel discurso inolvidable leído al recibir el premio Rómulo Gallegos, el gran novelista que nos restregó la imagen del joven Javier Heraud muriendo en la selva.
Y no fue intelectual porque fuera de izquierda. Lo fue porque pensaba libremente y era soberano de su percepción.
Y como era un intelectual comprometido con la verdad y no con los dogmas, Vargas Llosa se fue distanciando de la revolución cubana a medida que la revolución cubana se fue haciendo hangar soviético y sucursal estalinista.
Fue más intelectual que nunca cuando, en 1968, se apartó para siempre de cualquier incondicionalidad censurando la salvaje invasión del llamado Pacto de Varsovia a tierras checoslovacas. Como se sabe, la URSS ejecutó ese zarpazo para impedir que Alexander Dubcek “suavizara” la dictadura checa y diera con ello el mal ejemplo que podía prender.
Quien escribe tenía 20 años cuando los tanques rusos entraron a Checoslovaquia. Todavía recuerdo la furia de los muchachos y muchachas que se enfrentaron, en las imágenes en blanco y negro de la época, a los blindados que tenían como misión aplastar “la primavera de Praga”. Recuerdo esa furia checa y eslovaca y recuerdo la mía, limpia como un relámpago: ¿Para esto se hacían las revoluciones? ¿Para aplastarlas con la soldadesca?
Mario siguió dando ejemplo de autonomía cuando, en 1971, rompió abiertamente con lo que quedaba de aquella original revolución barbuda liderada por Fidel.
Yo trabajaba en “Caretas” y recuerdo haberlo entrevistado por teléfono (de Lima a París) sobre el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por Castro y sus secuaces a demolerse en público y a vomitar una confesión que parecía salida de los juicios de Moscú de los años 30.
Pero pasaron los años y Mario dejó de ser el hombre libre que vagaba por el mundo a su entender, el escritor que decía verdades de a puño, el intelectual distanciado del dinero y de los proveedores del poder.
Romper con el comunismo había sido una exigencia de la libertad. Transar con el establecimiento fue una interpretación de estirpe mexicana de la tarea del intelectual (aunque Octavio Paz, por ejemplo, se contaminó bastante menos con la telaraña del PRI).
Curiosamente, cuando Mario se amistó con el orden establecido por las corporaciones y perdió ese malestar que lo hacía escribir deicidamente para sustituir el mundo, fue, al mismo tiempo, cuando de su inmenso talento empezaron a salir los divertimentos editoriales y las performances que tanto alegraron a su nuevo y creciente público. Las risas producidas por “Pantaleón y las visitadoras” empezaron a cundir entre los que cortaban el jamón.
Su último gran libro genial (y brotado del desasosiego) fue “Conversación en la catedral”. A partir de allí, un Mario integrado al sistema global del poder decidió que pelear en contra de esa energía oscura no era sólo inútil sino también agotador y hasta suicida. Entre Chomsky y Camus, Vargas Llosa eligió a Gore Vidal y sus objeciones secundarias.
Escucharlo ahora, en plena crisis mundial, decir que el liberalismo sólo trae abundancia y justicia y que los países que han seguido esa receta son y serán los más prósperos (¿verdad Irlanda, no es cierto España, te acuerdas Islandia?) es como escuchar a un señor que tiene el físico de Vargas Llosa, el pasaporte de Vargas Llosa, el habla cantarina de Vargas Llosa pero que, de algún modo, usurpa al escritor, difama al combatiente libertario y anima y reconforta a sus enemigos.
Ir a Venezuela en estos días y redundar en las críticas que el caudillo procaz de esas tierras merece está muy bien, siempre y cuando no se vaya como plenipotenciario de aquellos valores que permitieron la criminal hegemonía invasiva de los Estados Unidos en América Latina. Censurar a Chávez y olvidar a Arbenz (y a Bosch y a Panamá y a Granada y al bloqueo cubano) no es lo que se espera de un hombre decente como Vargas Llosa.
Escuchar a Vargas Llosa como propagandista del capitalismo realmente existente produce, en suma, un agudo ataque de melancolía.



La lengua ‘mamada en la leche’

Tomado de Diario La Republica Dom, 03/05/2009

Por Luis Jaime Cisneros



Los profesores de la Universidad Católica, sección lingüística, hemos firmado un documento relacionado con la situación creada a raíz de un comentario periodístico sobre un caso de disortografía en que incurrió una congresista cuya lengua natural no es español. No voy a insistir acá en la argumentación de corte científico, que es la esgrimida por los firmantes. Esas razones lingüísticas son, por cierto, razones de esencial orden político. Ya es hora de que, en el país, la escuela se sienta responsable de que haya ciudadanos que tomen conciencia de que somos un país pluricultural y plurilingüe. Esto por lo menos no lo pueden ignorar los periodistas, ni los congresistas, ni los militares, ni nadie que se sienta persona culta.
Estamos celebrando 400 años de los Comentarios Reales. Y estamos, por tanto, rindiendo al Inca Garcilaso el debido homenaje. No solamente fue quien inauguró nuestra literatura en lengua española. Cuidó de que tuviéramos presente lo que valía la lengua “mamada en la leche”. Nadie debería haber terminado su escuela secundaria sin haber aprendido el significado que para nuestra conciencia metalingüística tienen estas palabras de Garcilaso. Lo explicó, con lucidez, diez años atrás, José Luis Rivarola. Garcilaso habla de la lengua “mamada en la leche” en una época en que toda Europa tomaba conciencia de lo que ‘lengua materna’ significaba como signo primero de la viva significación que la lengua adquiría para hacernos ‘persona’. Lengua materna era la lengua de nuestra madre, la que oímos en la casa al despertar nuestros rasgos humanos iniciales. Es la leche con que nuestra madre nos transmite la fe, y desde la cual aprendemos las distintas lenguas que nos sirven para contactarnos con quienes bebieron otras lenguas y están aprendiendo las nuestras.
Asimilar una lengua no es, pues, aprenderla. La lengua materna, la mamada en la leche, esa con que se nutrieron nuestras inquietudes y se alimentaron nuestros miedos primeros, nos ha acostumbrado a vivirla en situación dialógica. Asimilar una lengua es saberla vivir en situación. En la casa no aprendemos palabras: vivimos situaciones comunicativas, ligadas cada una de ellas a expresiones (pequeños contextos) que nos van ‘situando’ en el tiempo y en el espacio: después, ahora no, más tarde, ahora no son voces para memorizar. Son situaciones que se repetirán mientras crezcamos y nos vincularán o nos distanciarán de hechos por agradables o por desagradables que nos resulten. La primera lengua, la que aprendemos en la casa antes de ir al colegio, esa con cuya experiencia bien adentrada asistimos a la escuela, esa nos sirve para comprendernos en comunidad. Y es en esa comunidad, en el ejercicio libre de esta lengua iniciática, donde comprendemos la existencia de otras lenguas cuyo manejo nos permitiría extender nuestro mundo y vincularnos con gentes que iniciaron su vida con ellas. Vamos descubriendo que el mundo, este mundo de los mapas gigantes y de la historia infinita, contiene una confusión de lenguas. Pueden confundirnos si no nos aventuramos a aprenderlas. El español, acá en América, fue la lengua que trajeron los conquistadores hace muchos siglos. Como la difundieron por toda la tierra conquistada, es natural que todos los países de América la hayan recibido al iniciarse la conquista.
Pero ese hecho, puramente militar, no pudo desterrar la lengua “mamada en la leche”. Garcilaso nos muestra, ducho en el manejo de las dos, que no puede olvidarla. Pero los paraguayos cuidaron la que habían aprendido a mamar, y se manejan hoy libremente con ambas lenguas. Mexicanos y colombianos, uruguayos y argentinos, todos esos pueblos fueron progresivamente descubriendo que la lengua europea servía para agrandar el horizonte: nos podíamos entender con más gente. Pero esta lengua no venía a nosotros como había venido aquella lengua indígena: a unos les fue fácil incurrir en pronunciaciones hasta entonces desusadas, y a todos les fue difícil aprender a dibujar la nueva lengua aprendida.
Es lo mismo que nos ocurre si queremos hoy aprender chino o alguna lengua eslava; y lo mismo si queremos además escribirla. Todo esfuerzo que realicemos para lo uno y lo otro dice mucho de nuestra calidad humana. Nos enaltece. Querer aprender una lengua más difundida es rasgo que debemos aplaudir. No comprenderlo así dice mucho sobre nuestra intolerancia, y da pena.


Lenguaje, escuela y hogar

Tomado de Diario La Republica Dom, 24/05/2009 - 21:15

Por Luis Jaime Cisneros


El 30 de noviembre y el 1 de diciembre próximos se reunirá en Portugal la XIX Cumbre Iberoamericana de los Jefes de Estado para analizar y discutir temas sobre Innovación y Conocimiento. Desde ahora todos debemos sentirnos convocados a reflexionar con el fin de que quienes representen al Perú sientan que expresan el sentir nacional sobre esos temas. Si el mundo ha cambiado en los últimos 50 años, todo lo vinculado con la educación se ha visto conmovido en sus raíces.
Cada día se ha hecho más evidente que desde la escuela hay que alertar a los muchachos para el mundo en que les tocará actuar. Y actuar quiere decir hablar, escuchar, leer, proponer, reflexionar, afirmar, rechazar, protestar. Es decir saberse distintos y al mismo tiempo unidos por un sinnúmero de cualidades que los confirman libres e independientes. Cada uno es miembro de una comunidad que promueve, proclama y defiende la igualdad en la diversidad. A la escuela le cabe esa responsabilidad, que por ser responsabilidad pedagógica fundamental es responsabilidad política de primer orden.
Muy fácil será aceptar esta primera afirmación. Lo difícil es aceptar que, corriendo casi 10 años del nuevo siglo, debemos tomar conciencia de la necesidad de un cambio radical en los métodos pedagógicos vigentes. Esta urgencia se funda en que los sistemas actuales no permiten comprender el significado intrínseco del cambio. No se trata, como muchos creen, de modificar los currículos suprimiendo o añadiendo asignaturas, que no es lo esencial. Se trata de un cambio radical de la metodología. Y está bien discutir en la Cumbre de Estoril para que se compruebe que el problema a que nos enfrentamos es universal y compete, por tanto, a los cinco continentes.
¿En qué método hemos aprendido todos nosotros? Hemos heredado la costumbre que nos hace depender del maestro y el libro. Sin ellos nunca habría habido aprendizaje. En ellos estaba la verdad. Toda duda que surgió, significó para nosotros recurrir al maestro y consultar en el libro. Si ahí no hallábamos respuesta, era la oscuridad hacia afuera y la humillación interna de reconocernos ignorantes. La enseñanza nos revelaba que –frente a libro y maestro–siempre seríamos ignorantes. La vida escolar nos dejaba creer que había que recurrir a libro y maestro para alcanzar el conocimiento.
No había otro modo de lograr el saber. Enseñar parecía una tarea (no un proceso) en que los comprometidos constituían dos grupos claramente conformados: los que sabían, superior a los que ignoraban. Ignorar era bien distinto de ‘querer saber’. Ignorar aludía a un estado de ánimo, a una situación, querer saber miraba a una voluntad individual: se relacionaba con el ego. Pero los maestros siempre estaban para explicar al alumno.
Para circunscribirme a un campo que me es familiar, voy a centrar mi reflexión en el lenguaje. Todo lo que sabemos ha requerido de nosotros, saber decir, saber escuchar, saber ver. El lenguaje ha sido el instrumento al que debemos todo avance en materia de conocimiento.
Y aquí comienza mi reflexión. Cuando iniciamos la vida escolar, no llegamos armados de un instrumento indispensable para aguzar el ingenio. Hablábamos: sabíamos afirmar, negar, protestar y preguntar; y hasta nos arriesgábamos a expresar nuestros deseos o nuestras penas. ¿Quién nos había enseñado (y la palabra es esencial) a manejar esa lengua oral? Nadie en particular, pero todos en verdad. La vida en familia nos fue revelando situaciones diversas que se sucedían a lo largo de los días. En la casa iban festejando nuestro acierto en el uso apropiado de las palabras: Leche no nos daban en el almuerzo, ni sopa en el desayuno. Nos dábamos cuenta porque estábamos iniciando, sin saberlo, nuestra condición de homo loquens.
Pues bien, ese era el método paterno: ponernos en condición de descubrirnos dialógicos y arriesgarnos a emprender una costumbre que se iría perfeccionando con el transcurrir de los acontecimientos y los años. En la casa hablábamos como papá y mamá, y como hermanos, amigos y parientes. En materia de lenguaje, éramos iguales. Dejamos de serlo en la escuela.
Este es el nudo del problema. Me ha removido la reflexión un libro que me propuso Mario Montalbetti la semana pasada en El Virrey. Deberé dedicar algunas páginas a esa conversación para interés de maestros y reflexión de autoridades y para todos los que sabemos que en la escuela se prepara (y se defiende) un parecer sereno y profundo, librado de la improvisación.


Educación y calidad en el Perú

Tomado Diario La Republica Dom, 31/05/2009 - 22:51

Por Luis Jaime Cisneros


Los diarios informan sobre convocatorias para quienes desean inscribirse aspirando a integrarse en las nuevas estructuras de la carrera magisterial. Por un lado, se anuncian evaluaciones. Y también, para no perder la costumbre, hay acusaciones y protestas. A pesar de todo esto, descubrimos cuántos son los que, interesados de alguna manera en los problemas de la educación, ignoran el Proyecto Educativo Nacional. Un proyecto de esa naturaleza aspira a resultados concretos que constituyen, por cierto, el objetivo central de su formulación.
Fue aprobado por Resolución Suprema en el 2007, con un claro objetivo: lograr que en el 2021 se hubiera logrado un cambio radical de nuestro sistema educativo. Quiero recordar los seis grandes objetivos del proyecto (PEN, en adelante), y comentar lo que hasta la actualidad se ha conseguido realizar.
Seis fueron los propósitos fundamentales que se planteó el Consejo Nacional de Educación al presentar el PEN. Conviene precisarlo ante todo: a) Conseguir que todo ciudadano tuviera la oportunidad de recibir una educación de calidad; b) Para que pudiera lograrse ese objetivo, deberíamos tener escuelas que garantizaran un aprendizaje de primera clase. c) Lo anterior no sería nunca factible si no ofreciésemos a los maestros, una formación sólida y científica; d) Si no disponemos de una equitativa financiación, no podríamos respaldar a la gestión magisterial, que debería verse beneficiada con la descentralización y abandonaría la obsesión por trabajar en Lima. e) Para hallarnos en capacidad competitiva, así como para asegurarnos el desarrollo debido, necesitamos que la educación superior (ya sea en escuelas, universidades o institutos) se vea respaldada por una educación de calidad que pueda respaldar y propiciar la investigación científica. f) Para garantizar nuestra identidad democrática, fundada en valores fundamentales como la verdad y la justicia, debemos asegurarnos una educación de calidad a fin de constituir una comunidad comprometida a vigilar y defender la unidad en democracia de nuestra comunidad.
Esta insistencia en la calidad es esencial garantía del proyecto. Vivimos en un mundo globalizado, en el que todos somos iguales, listos para la colaboración y el trabajo conjunto. La vida nos ha enseñado que en esa unión radica nuestra fortaleza ante el porvenir. La escuela debe encargarse desde los momentos iniciales de la instrucción primaria de que los niños se descubran como ‘persona’ y se esmeren en cultivar sus habilidades propias para ir, así, orientando su futuro laboral y profesional. La escuela tiene que formar a los alumnos para cualquiera de estos caminos: la vida laboral o la vida universitaria.
Una educación de calidad debe asegurarnos alumnos bien informados, conscientes de lo que vale la moral y de lo que significan los valores; con sólida formación cívica y enriquecidos con el saber. Una educación de calidad solamente puede ser ofrecida por maestros de clara vocación, preparados para ejercer profesionalmente la docencia. “La educación es fundamentalmente interacción de sujetos que aprenden (estudiantes) y sujetos que enseñan (docentes)”. La razón de ser de los maestros y maestras es “promover aprendizajes óptimos y pertinentes”. Lo dice un documento del Consejo Nacional de Educación. Esa calidad de formación docente la garantiza ahora la nueva carrera pública magisterial.
Una sociedad respaldada por una educación de calidad puede confiar en que educa a una comunidad capaz de asegurar el progreso y caminar rectamente hacia el porvenir. Cuando el CNE preparó este proyecto y fijó su meta en el 2021 –año del bicentenario de nuestra independencia– tuvo conciencia de que presentaba un proyecto técnicamente elaborado. Una reforma de la educación no se elabora para cinco años.



Fujimori en el paraíso

César Hildebrandt

Tomado de Diario La Primera


Escucho a Alberto Fujimori describir su paraíso de opio y compruebo que gente como él sólo puede prosperar en un país que tiene a un 40 por ciento de ciudadanos a los que les da lo mismo –lo dicen reiteradas encuestas- si los rige una democracia o una dictadura.

O sea que en el Perú hay un 40 por ciento de ciudadanos que casi aspiran a no ser ciudadanos y que quieren ser, a veces con fervor, vasallos tristes y alegres siervos de la gleba.

Detrás del fujimorismo está la capacidad de sumisión y la arrolladora ignorancia que lastiman el alma del Perú.

Escucho a Fujimori y me digo que si hubiera géiseres de cinismo sonarían como su voz.

Habla de coraje el hombre al que le temblaba la voz cuando se dirigió a buscar refugio en la embajada del Japón la noche del fallido golpe del general Salinas Sedó.

Habla de honor el hombre que emputeció a la Fuerza Armada, hizo del Congreso un chiquero, suprimió el orden constitucional, desconoció su firma y hasta su huella digital con tal de no pagarle una deuda a la madre de sus hijos.

Habla de orgullo de sí mismo el sujeto que quiso ser senador japonés para obtener la inmunidad que lo librara del alcance de la ley.

Habla de responsabilidad el hombre que llenó 45 maletas de videos, dinero y botines diversos, tomó el avión presidencial y pasó de Brunei a Tokio, donde pidió asilo y desde donde renunció por fax a la presidencia de la República.

Habla de amor por la patria el jefe de una banda que saqueó las cuentas del tesoro público por un valor que los más conservadores estiman en dos mil millones de dólares.

Habla del veredicto de la historia el sujeto que estaba pescando en Iquitos cuando la policía de la Dincote, sin ninguna ayuda de Montesinos, capturó a Abimael Guzmán, el hombre que huyó del país tras descubrirse cómo es que Montesinos compraba esos congresistas que hoy deben estar frotándose las manos.

Qué patético pobre diablo es Fujimori. Se atribuye todos los poderes para las cosas que salieron bien y se pinta como un presidente disminuido, desinformado e irresponsable cuando le mencionan los asesinatos que cometían los criminales a los que él felicitaba, ascendía y amnistiaba.

“Yo era comandante de la Fuerza Armada en el sentido en que un entrenador de fútbol comanda al equipo”, dijo ayer destilando la esencia de su legendaria cobardía.

O sea que debemos alabarlo por haber “comandado” las fuerzas armadas que derrotaron al senderismo, pero debemos exonerarlo de toda responsabilidad cuando esas mismas fuerzas armadas mataban ancianos, niños y mujeres en las alturas de Ayacucho.

Debemos agradecerle el haber sacado al país de la crisis económica en la que nos hundió Alan García –quien hizo tanto para que Fujimori lo sucediera-, pero tenemos que olvidar que con él todos los derechos del trabajador fueron abolidos, todo asomo de equidad fue perseguido, toda corrupción en el proceso de las privatizaciones fue posible.

Tenemos que decirle gracias por la paz con Ecuador –Tiwinza incluida, derechos de navegación ecuatorianos en ríos peruanos incluidos- pero no podemos recordarle su repugnante papel en la derrota peruana del Cenepa, cuando nuestros soldados carecían de logística, comunicaciones y, en muchos casos, de rancho y de zapatos.

Debemos ser gratos con su régimen porque “refundó el país” (Fujimori dixit), pero tenemos que olvidarnos de que quince de sus ministros o están presos o están con orden de captura por ladrones.

Debemos ser fujimoristas por las escuelas que sembró el Fonades, pero no debemos evocar la prensa inmunda que él creó para ensuciar a sus adversarios y, seguramente, “elevar el nivel cultural”.

Este demócrata que cerró el Congreso, este honrado que permitió la rapiña más grande de la que se tenga noticia, este ciudadano ejemplar que convirtió a un edecán en fiscal para entrar a robar maletas en la casa de Trinidad Becerra, este hombre decente que tuvo como socio a Montesinos, este estadista al que defienden sujetos como Saravá, este ángel que vivió entre alimañas, este hombre ejemplar que dio un golpe de Estado cuando su esposa, en un rapto de bendita locura, denunció los asaltos de la hermana Rosa y del cuñado Aritomi a la caja de Apenkai, este probo encubridor de Miyagusuku, esta vergüenza que grita lo que lee y juega con la voluntad de olvidar de los peruanos, este señor Fujimori, en suma, sigue siendo exactamente el mismo miserable que la miseria moral adora y hace suyo.

El secreto de Fujimori es que ha convertido en socialmente exitosos los peores vicios de la “peruanidad”: la crueldad en el tumulto, el cinismo como método y, sobre todo, la cobardía elevada a la categoría de función vital.

El triunfo de Keiko Fujimori, de darse, será el resumen vistoso de la tragicomedia nacional y una prueba de que hay países económicamente pujantes y moralmente inviables.
Es decir la misma sangre infectada corre ahora por las venas de Keiko Sofia, en su deseperado afan por intentar aspirar a la Presidencia, utiliza la millonaria reserva sinicamente robada a las arcas del estado pèruano, con fines electoreros, y realmente da pena ver que existen aún muchisimos que siguen subyugados al fujimorismo y gritan sin muchas veces terminar de entender lo que vociferan y todo por haber recibido una miserable dadiva.
El poder judicial en alguna forma le ha devuelto al pais algo de dignidad, y hubiera sido bueno que tambien investiguen y repatrien toda la Millonaria caja fuerte que el inestable Alberto Kenya Fujimori, debe tener en Japon, y que fianlmente lo disfrutará su oportunista esposa nipona.....y alli se cumple "NADIE SABE PARA QUIEN ROBA...perdón PARA QUIEN TRABAJA....
Seria realmente una verguenza nacional que se permita que Keiko Sofia Fujimori se postule porlomenos como candidata presidencial. ...
Si te queda un poco de Amor por la patria..circula este correo...que lo unico que lleva es un refrescante toque a nuestra ingrata memoria, que permite olvidar rapidamente lo que pasa en nuestra patria...



Revista cultural electrónica
www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007
_________________________________________________
Límites y posibilidades
de lo multicultural e intercultural
en el discurso del Chef peruano Gastón Acurio
Mario Zúñiga Lossio
Antropólogo de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos.

Comprender cómo es que el discurso de Gastón Acurio adquiere una dimensión de
inclusividad particular que plantea un tipo de Multiculturalidad interna que servirá al final para que se la defina sobre todo en lo externo, pero con algunos límites específicos.

Entender cómo Gastón hizo que su propio discurso superara desde lo intercultural lo
multicultural interno y externo. Analizar cómo aún en el discurso intercultural aparecen indicios de un tipo de configuración “hegemónica” que se constituye, al final, en un límite a su discurso intercultural

1
Construyendo Nuestra Interculturalidad
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Límites y posibilidades
de lo multicultural e intercultural
en el discurso del Chef peruano Gastón Acurio
Mario Zúñiga Lossio

Amo sobre la mesa,
cuando se habla
la luz de una botella
de inteligente vino
que lo beban,
que recuerden en cada
gota de oro
o copa de topacio
o cuchara de púrpura
que trabajó el otoño
hasta llenar las vasijas
y aprenda el hombre oscuro
en el ceremonial de su negocio,
a recordar la tierra y sus deberes
a propagar el cántico del fruto.
Oda al Vino
Pablo Neruda
I
Introducción
En el año 2006, el Chef Gastón Acurio1, dio dos notables discursos: uno en la Universidad
del Pacífico y otro en el CADE, que, complementados con las exposiciones de sus
comentarios y reflexiones, presentados en entrevistas y, especialmente, en los tomos de
comida peruana publicados por él, nos muestran tanto un tipo de filosofía gastronómica
peculiar, como un actor social cuya práctica y discurso demanda una aguda reflexión y un
1 Gastón Acurio, es un chef peruano, dueño de numerosos restaurantes en el Perú y en otros países americanos y
europeos, los cuales, se proyectan hacia públicos de diferente paladar y clase: Astrid & Gastón, La Mar, Tanta,
Pasquale, Además es conductor de un programa gastronómico en la televisión por cable del Perú (Aventura
Culinaria: Canal 6). Por último, es autor también, de dos colecciones de libros de recetas, difundidas por un diario
nacional (El Comercio), que a su vez contienen reflexiones sobre la comida peruana.
2
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fino sentido del balance analítico para poder concebir o aprehender a estos mismos, sin
encerrarlos del todo tras epítetos determinados por un mecanicismo político-economicista,
así como tampoco bajo ingenuas o cínicas concesiones absolutas, sin visos de reflexión
crítica.
Para quien investiga, el hecho de que su discurso posea límites porosos o liminales,
los cuales le dan una apariencia narrativa sin dimensiones ideológico-política
determinadas o explícitas, hace necesario proponer algún tipo de parámetro descriptivo y
explicativo, con el principal objetivo de concebir el lugar de enunciación desde donde se
proyecta. En ese sentido, el presente ensayo intentará analizar cómo las cualidades,
multiculturales e interculturales, y sus respectivos límites, se desenvuelven en y permiten
ubicar al discurso Gastronómico y social de Gastón Acurio en el espacio social.
Así, nuestra preocupación va estar enfocada en:
• Comprender cómo es que el discurso de Gastón Acurio adquiere una dimensión
de inclusividad particular que plantea un tipo de Multiculturalidad interna2 que
servirá al final para que se la defina sobre todo en lo externo, pero con algunos
límites específicos.
• Entender cómo Gastón hizo que su propio discurso superara desde lo
intercultural3 lo multicultural interno y externo.
• Por último, analizar cómo aún en el discurso intercultural aparecen indicios de
un tipo de configuración “hegemónica” que se constituye, al final, en un límite
a su discurso intercultural.
II
Multiculturalidad interna y externa.
Marcas peruanas, eso es lo que los cocineros y empresarios peruanos tenemos que lograr
para que esos inversionistas no tengan una, sino muchas opciones para escoger a la hora
de decidirse por uno u otro concepto. Necesitamos marcas que hayan desarrollado
internamente todo aquello que hace que una pequeña gran idea, un pequeño gran sueño se
2 Llamo Multiculturalidad interna a aquella que se practica o se imagina dentro del estado nación, y externa aquella
que se practica e imagina fuera del estado nación pero con la proyección de este en un imaginario o modelo
representacional ante otras dimensiones representacionales de nación o cultura.
3 Lo intercultural se entenderá en este texto como la dimensión intercultural normativa, es decir , no aquella que
pertenece a la dimensión social per se sino aquella que se plantea como acción positiva a tomar en torno a esta
realidad intercultural per sé, es decir, una interculturalidad como proyecto social a implementar. Un acercamiento a
esto lo podemos encontrar en: Juan Ansión y Madeleine Zúñiga: Interculturalidad y educación en el Perú. Foro
Educativo. Lima 1997.
3
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traduzca en una filosofía poderosa que vaya creciendo poco a poco hasta convertirse en
un modelo para estudiar, imitar, admirar, e incite a invertir. 4
Gastón Acurio llama concepto a la construcción gastronómica (que incluye materia prima,
comercio, técnica, y creatividad), de algún producto tanto culinario como “de contexto” a
lo culinario, sostenidos por una tradición renovada o rescatada desde lo que él llama, en el
discurso del CADE, nuestras arraigadas tradiciones que, antes extrañas, hoy están
convertidas en objetos de deseo y satisfacción capaces de convertirse en exitosos productos
de exportación5. Estos conceptos no son entendidos como superaciones o como mejoras
sustanciales de una u otra tradición o producto, en cambio, son concebidos sencillamente
como diferentes entre sí. Es así, que por ejemplo, un pulpo al olivo, creación nikei, no es
superior o inferior a un menestrón o a un anticucho, sino, es otra cosa dentro de lo que
sería nuestra tradición gastronómica, al igual como lo serían frente a un sushi japonés, a un
menestroni italiano, o ante un satay tailandés en el extranjero. Así, se puede concebir la
igualdad dentro de la diferencia de estos conceptos, reconociendo además el valor de cada
tradición frente a otras tradiciones que, posiblemente, podrían ser hegemónicas. Esto se
da, según él, por el cambio de concepciones ideológicas en el Perú, puesto que aquello
que en la república oligárquica excluyente o en el paradigma incluyente pero
homogenizador, era atrasado6, sucio, o lamentable defecto7, ahora, es valorado como
envidiable virtud, y contextualizado por un proceso de globalización y apertura en las
comunicaciones, la cultura, el sentimiento y el sabor. Coyuntura que está, para él, de
nuestro lado, y en la cual se puede generar oportunidades, en el lado gastronómico, muy
importantes.
En ese sentido, podemos ver cómo el discurso multicultural se filtra de dos formas:
la primera, conjugando dos condiciones, primero, la posibilidad de reconocimiento de
diferentes culturas bajo la égida de un tipo de igualdad no hegemónica que se da a nivel de
la representaciones en función de la mercancía; segundo, escondiendo desde esta cualidad
representacional de la mercancía aspectos económico-estructurales; y la segunda, como la
presentación exclusiva de un ente nacional-tradicional que, incluye las diferencias internas,
y es capaz de competir en el extranjero ante otras tradiciones o entidades culturales8.
En primer lugar, -empezando por la última de las dos condiciones de la primera
forma- en el discurso de Gastón, la dimensión de reconocimiento se da a nivel de
mercancía cultural, es decir, en un producto comercial creado con calidad, pero sin dejar de
4 Acurio Gastón. “Discurso de orden en la ceremonia de apertura del año académico en la universidad del pacífico”,
Lima Marzo 2006.
5 Acurio Gastón. Éxito, Marca País e Inclusión. CADE 2006 – 2 de diciembre, 2006.
6 Degregori Carlos Iván, Perú. Identidad, nación y diversidad cultural, en Interculturalidad, creación de un concepto
y desarrollo de una actitud. Maria Heise ed. Ministerio de Educación editores. Perú 2001. Pag. 91-92
7 Acurio Gastón. Éxito, Marca País e Inclusión. CADE 2006 – 2 de diciembre, 2006.
8 Desde estas dos posibilidades comprendemos lo que de multicultural puede tener el discurso de Gastón, a pesar
de no delimitar en su totalidad cualitativa al mismo, puesto que esta característica solo se concibe en su discurso
como un paso más; como un lugar por el que, como Tubino piensa, es en cierta medida necesario pasar para lograr
llegar a una dimensión intercultural. Tubino Fidel. Entre el Multiculturalismo y la Interculturalidad, más allá de la
discriminación positiva., en Interculturalidad y Política: Desafíos y posibilidades. Norma Fuller editora. Ed. Red
para el desarrollo de las ciencias sociales en el Perú. Lima 2005.
4
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lado las cualidades lúdicas, artísticas y hasta de representaciones nacionales, pues estas
son, al final, las que determinan su precio, a la vez de soslayar su cualidad económica. Es
decir, esta característica, de mercancía lúdica, tradicional, nacional o artística, en su
discurso, a parte de lograr un reconocimiento representacional, indica también que hay un
tratamiento de lo económico, en este caso, periférico. Por ejemplo, al hablar de las
posibilidades de producción de los platos ofrecidos, transformados en conceptos-producto,
soslayando en el discurso, por el énfasis representacional, las posibilidades de acceso al
conocimiento, la adquisición de implementos, el lugar en el espacio social en el que se
consume ciertos platos, etc, los cuales hacen difícil concebir las dimensiones económicas
estructurales en las que se incluyen, más allá de su discurso, logrando un efecto, de lo que
diría Bourdieu, de simulación de lo económico. De hecho, para Bourdieu, hasta las cosas
menos “económicas” tienen su precio, pero a la vez, si es que ya se sabe esta cualidad, el
problema, en este caso, está en encontrar la expresa (latente) negación de lo económico.
Pero para esto, es importante no caer en la mecanización de la representación de lo
culinario, creyendo, por un lado, que es un mero producto comercial, sin tener en cuenta
que posee una lógica de representación, negociación y de valorización particular, la cual le
permite crear y ubicarse en/un campo específico en el cual se desenvuelve con sus
características particulares, por ejemplo aprovechando la representación y el
reconocimiento plural de diversas tradiciones nacionales en función de un espacio de
consumo dirigido a estos productos: “étnicos”, “tradicionales”, “populares”; y por otro,
que estas cualidades específicas, no son sólo artísticas en sí mismas, pues se debe tomar
en cuenta la homologación, desde sus cualidades o características, con el aspecto
económico9. En ese sentido, cuando él dice:
El hecho concreto es que el Perú de hoy posee casi todo lo que una nación necesita para
alcanzar una poderosa marca país que avale a los productos que sus ciudadanos
ofrezcan.10
Nos llevan a comprender dos cosas, la primera, es que eso que todo aquello que el
Perú de hoy posee, es decir sus tradiciones arraigadas –las cuales ahora pueden ser
aceptadas dentro del cambio de perspectiva ante lo que antes era abyecto y hoy es objeto
de deseo, y que se configuran dentro de lo que podría llamarse el cambio de la visión
cultural del Perú a la par de los cambios económicos, sociales y políticos sufridos–
contienen la posibilidad de ser reconocidas por igual (valores, expresiones, importancia)
aún dentro de la diferencia a nivel de sus representaciones. En ese sentido, como en el
caso de la superación que realiza la política multicultural en torno a las prácticas del
exclusionismo o del igualitarismo homogenizador, logra “ir más allá”, tanto de la
exclusión rígida representacional, como de aquellas representaciones homogenizantes en
función del paradigma modernista, logrando concebir igualdad en la diferencia, a nivel de
mercancía y proyección imaginaria desde y en el Perú11. Sin embargo, esto, a la vez, nos
9 Bourdieu Pierre, Poder, derecho y clases sociales. Palimsepstos. Derechos humanos y desarrollo.
10 Acurio Gastón. Éxito, Marca País e Inclusión. CADE 2006 – 2 de diciembre, 2006.
11 Nos referimos a igualdad en el sentido de que “el multiculturalismo no considera el proyecto de la Ilustración
como un proyecto inviable que genera en la práctica lo que se propone en la teoría... El problema no está en la
intencionalidad de la Ilustración, en el proyecto ilustrado (modernista) sino en sus formas de realización, en los
5
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lleva a una segunda consideración, que esta transformación de las tradiciones en
mercancías, productos, marcas país, las cuales son todo lo que una nación necesita,
permiten que se conjuguen en ellas (como productos, como mercancías) las dimensiones
que esconden, pero a la vez articulan, los aspectos artísticos o nacionales con los
económicos, a partir principalmente de la consideración de lo tradicional, de lo artístico, o
de lo lúdico, como el foco central de las relaciones que, al final, se generan y desenvuelven
a partir de sus cualidades menos tradicionales o artísticas (pero no menos importantes), y sí
mas económicas.
Por otro lado, hacia fuera, proyecta, también, igualdad con otras tradiciones,
concibiendo que, aquello que el Perú es, en su representación imaginaria como producto o
como particularidad, representada en algún producto de bandera, no es menos ni más que
otros productos representacionales de estados o naciones diferentes. Entonces, la
mercancía también cumple su cualidad de horizontalizar el valor, tanto de las tradiciones
internas en el Perú, como con las tradiciones extranjeras ( esto claro desde su constitución
lúdica, artística y nacional, y soslayando una dimensión económico-estructural mucho más
amplia).
Así, lo nacional (hacia fuera), en el caso de Gastón, como posibilidad de
comunidad imaginada, esta vez desde la gastronomía, al igual que en otras tradiciones
extranjeras12, repite aquello que supuso su constitución inicial en el lado colonial
americano como una construcción criolla hegemónica13 (ya que Gastón pertenece a aquel
lugar que el mismo dice en su discurso para la Universidad del Pacífico: un lugar
privilegiado.), pero ya no desde una posibilidad exclusivamente de control o de regulación
interna que excluya en el seno de esta comunidad imaginada otras comunidades (las
excluya o las incluya dominándolas), sino desde un reconocimiento igualitario de las
diferencias, el cual brinde un plus a la dimensión comercial de la “marca Perú”, a partir de
la reformulación de lo tradicional desde el reconocimiento representacional, y desde su
reificación. De este modo, en el extranjero se forja la posibilidad de ubicarnos al mismo
nivel representacional de cualquier tradición nacional gastronómica, logrando así un
reconocimiento con apariencia multicultural-global a nivel de mercancía, y replanteando, a
la vez, un neo discurso nacional de élite inclusiva, en cuanto representaciones diversas de
lo nacional, hacia adentro.
discursos programáticos que se fundaron en ella.. el proyecto ilustrado es un proyecto inacabado... –en ese sentido
la igualdad o - el reconocimiento dela dignidad humana y de los derechos individuales pasa necesariamente por
políticas de reconocimiento de las diferencias”. Es decir de un igualitarismo homogenizador a un igualitarismo que
acepte reconocer las diferencias. Fidel Tubino. Entre el Multiculturalismo y la Interculturalidad, más allá de la
discriminación positiva., en Interculturalidad y Política: Desafíos y posibilidades. Norma Fuller editora. Ed. Red
para el desarrollo de las ciencias sociales en el Perú. Lima 2005
12La comida de hecho es otro de los ejes en los que gira la posibilidad de reconocer representaciones de identidad, y
que forman parte de las tradiciones de construcción de nación en distinto países, tal es el caso de los mexicanos,
japoneses o franceses, quienes forman parte de un proceso de construcción de identidad en torno a la comida que,
a la ves, se articula a la construcción de productos culturales nacionales que han forjado no sólo formas de
identificación mundial sino también productos de circulación global.
13 Anderson Benedict. Comunidades Imaginadas. FCE ed. México. 1997
6
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III
Proyección intercultural
“En el Perú de hoy y a pesar de todas sus riquezas, la mitad de sus ciudadanos son pobres,
Esta situación no sólo debe ser para nosotros inadmisible como peruanos sino además se
convierte en una grave desventaja en un mundo donde la injusticia y la desigualdad son
más que nunca factores que le restan valor a una marca y a un país.”14
Si bien en el anterior capítulo, el discurso de Gastón, concibe un nivel de reconocimiento
representacional, este sólo es un primer paso, el cual desemboca en un tipo de cambio
conceptual, en su mismo discurso y desde dos puntos: primero, por una visión renovada de
lo tradicional; segundo, por la proyección social que se genera desde su discurso;
facilitando el cambio cualitativo de este, desde lo multicultural hacia lo intercultural.
En cuanto a lo primero, es verdad que en el discurso de Gastón puede llegarse a
reconocer, por ejemplo, diferentes tipos de tradición eje, y su constitución en conceptos
que permitan reificar lo cultural en mercados internacionales. Sin embargo, por un lado,
dichas tradiciones (o reificaciones culturales) no son fijas sino que se encuentran en
constante re-creación, puesto que se tienen que adaptar al cambio constante del consumo.
De esta manera, se puede decir que, la representación del ser tradicional en los discursos
de Gastón, se presentan como lugares movedizos15 de autocreación pero que, de hecho, se
conjugan en una marca determinada: el Perú. Por otro lado, lo que él concibe como lo
tradicional, y que es en realidad una autocreación transcultural potenciada por la
cualificación comercial16, también tiene la característica de, parafraseando a Hopenhayn,
regresar a nosotros después de habitar las miradas de los otros17. Así también, deja a un
lado, el hecho de concebir sólo de manera representacional al otro, pues ahora es
necesario, además de reconocerlo y valorarlo, ponerse en su lugar para poder no sólo
incluirlo, como objeto de cuidado o de estetización, sino, también, admitirlo como posible
interlocutor, socio y maestro18.
14 Acurio Gastón. Éxito, Marca País e Inclusión. CADE 2006 – 2 de diciembre, 2006.
15 Hopenhayn, Martín. Transculturalidad y Diferencia
16 Así lo demuestra cuando dice por ejemplo que somos una mezcolanza, o cuando sabe que aún se debe
perfeccionar la tradición culinaria peruano china para que sea particular, o por último cuando dice que no se van a
crear nuevos platos o sabores sino se los va perfeccionar.
17 Hopenhayn, Martín. Transculturalidad y Diferencia
18 La búsqueda de la perfección culinaria no se da desde el saber exclusivamente hegemónico o de elite sino que se
trata de un diálogo de técnicas, sazones, e información entre el saber complejo e institucionalizado con el saber
popular. Gastón comenta: “para ello contrastamos las mejores recetas populares con toda la nueva tecnología y
técnica existente y avanzamos hasta encontrar la fórmula que consideramos perfecta” , de esta manera la tradición
está siempre incompleta, se reinventa en dialogo y en intercambio sin una dimensión paradigmática excluyente o
asimiladora.
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En cuanto a lo segundo, su discurso se mueve en dos ejes: el primero, vinculando
su reflexión en torno a la posibilidad de generar un tipo de empoderamiento con cualidades
particulares a nivel comercial, el cual permita transformar económicamente la situación de
pobreza que vive gran parte de la población de nuestro país. Y el segundo, vinculado a
algunas cualidades que continúan reificando desde lo mercantil, lo social, haciendo
retornar el discurso a nivel jerárquico. Idea que será ampliada en el siguiente capítulo.
Para Gastón es importante entender que si se va a modernizar, se va a innovar y se
va a beneficiar económicamente a alguien en la línea de extracción, producción o
comercialización, este alguien debe ser todos. Pues, si bien existe la posibilidad de crear
productos que puedan ser vendidos en altos precios, en cantidades ingentes; si bien se
habla de la posibilidad que en esos productos se revalorice la imagen de un Perú ideal
sostenido sobre una neoestetización de lo popular, la cual, permita, a ese nivel, un
reconocimiento multicultural; y al final, si bien el mercado ha generado una demanda de
este tipo de productos; a él, le parece importante no caer en lo que Víctor Vich llama una
“Bricherización” como política de Estado19, la cual prepondera el nivel representacional y
políticas de desarrollo de arriba a abajo y no aquellas en las que el desarrollo se vea
como una posibilidad de interacción creativa con consecuencias de cambio popular.
Para indagar esta posición vamos a tomar como ejemplo a los pescadores, para luego
complementar con un surtido de reflexiones.
Según Gastón Acurio tenemos un producto culinario que nos puede servir como el primer
producto bandera de nuestra culinaria en el mundo: el cebiche; y al cual, pude sumársele,
un concepto de contexto: la cebichería en general. Para él: todos los peruanos aman el
cebiche, y si alguien ama su producto de hecho lo puede vender mejor; es una propuesta
culinaria al ritmo de los tiempos; constituye parte de un escenario ligero, informal y
divertido que bien puede contrastar y formarse como alternativa atractiva en cuanto a los
suchi-bars muy monásticos o a los establecimientos de pescados en Inglaterra o Francia
(fruits de mer); por último, puede formarse como un Brand, es decir como una marca
genérica que tiene una historia coherente capaz de seducir20. Todas estas cualidades
preparan al cebiche o la cebichería para ser un producto multicultural hacia fuera. Sin
embargo, su discurso no queda ahí, sin bien esto es importante para lograr una
optimización de un producto en competencia global, también es importante que se
reflexionen y cambien algunas cosas. En ese sentido Gastón propone, superando el
discurso multicultural desde dos frentes, lo siguiente: una reflexión –que conduzca a un
cambio– en torno de aquellos que están en el comienzo de la cadena productiva, es decir
quienes extraen el producto que se va a consumir y recrear en las mesas de distintas capas
sociales y en distintas partes del mundo: los pescadores; y una reflexión en torno a los
consumidores de dichos productos.
19 Vich Víctor. Apuntes de un discurso sobre Interculturalidad. Noviembre del 2006.
20 Acurio Gastón. Las cocinas de las cebicherías. La comida del Perú. Tomo II
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En cuanto a los pescadores, él plantea que se debe potenciar, optimizar y mejorar:
los procesos de extracción de la pesca artesanal; las redes de comunicación para una
distribución rápida de productos; la infraestructura portuaria artesanal; el fomento de
asociaciones portuarias como si fueran cooperativas; la renovación de la flota de pesca
artesanal; la capacitación de los pescadores en temas de ecología; la enseñanza para
manipular productos y colocarlos en el mercado; el respeto a los límites de extracción; la
eliminación de la intermediación; la elaboración de herramientas que permitan sostener
recursos de manera permanente; y por último, mejorar la calidad de vida de los propios
pescadores21. De este modo, las políticas comerciales de promoción o las políticas de
reconocimiento deben ir acompañadas de mejoras sustanciales no sólo a nivel de la imagen
y representación, sino, también, de la calidad de vida de todos aquellos que participan
en/del escenario gastronómico mundial desde el Perú, y en el lugar que se ubiquen dentro
de este. De este modo Gastón logra percibir un discurso de desarrollo que ya por ser en
parte multicultural, deja de ser monocultural y homogenizador, por otro lado, su discurso
ya no sólo toma en cuenta desde arriba las posibilidades de un política de reconocimiento
de lo local o lo particular cultural, puesto que, también busca, además de una interacción
dialógica y reciproca de identidades (en el caso de la tradición) -que de por sí representa
una opción distinta (como una superación dialéctica) a la Multiculturalidad-, la manera de
construir medidas que posibiliten un tipo de desarrollo social22.
Las vedas. Para Gastón, la pesca industrial incontrolada y el consumidor adefagio,
voraz, se constituyen en los principales depredadores del mar, y esto claro por: el vil
dinero, el vulgar día a día y el inescrupuloso corto plazo23. Por ese motivo, él propone,
para frenar esa voracidad perjudicial, la existencia de vedas, en las cuales, la industria
pesquera o artesanal antepongan los intereses nacionales a los particulares, con la
existencia de comerciantes de productos marinos capaces de educar a un consumidor
impaciente, para así lograr la creación de un nuevo sentido social del consumo en torno a
la espera, la veda y la responsabilidad ecológica en función del mar. De esta manera, se
intenta cerrar un círculo en el cual, lo que era anteriormente mera mercancía multicultural
se pueda convertir en la posibilidad de recreación social responsable y transformadora,
logrando que cualquier tipo de actividad conlleve una lógica desligada tanto de las
representaciones facilistas, como de las consecuencias de un consumismo caníbal,
posibilitando lo que Carvalho llama: lo innegociable de la cultura, es decir, aquello que
impide, la expropiación exagerada de productos culturales, y la imposición desmedida de
lo mediático inducidos por la avalancha de demanda y consumo24.
Este, de hecho, es uno de los tantos ejemplos que Gastón reflexiona como
posibilidad de proyecto, pues existen diversos ejemplos de reflexión y otros, no todos, ya
21 Acurio Gastón. Las cocinas de... Pág.11.
22 Lo cual lo pone acorde con los cambios paradigmáticos del discurso de desarrollo desenvueltos en el Perú. Para
una panorámica ver: Cultura, Poder y desarrollo rural. Carlos Iván Degregori y Ludwig Huber.
23 Acurio Gastón. Las cocinas de... Pág. 11
24 Carvalho Jorge. Las culturas afro americanas en Ibero América: lo negociable y lo innegociable. Carvalho dice
algo que resume muy bien esta complementación: “lo negociable opera de modo constructivo si se presupone
aquello que es innegociable”.
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se están poniendo en práctica: las escuelas de Chef populares; las nativa boutiques en
Cuzco, con participación de las comunidades en la ejecución de los proyectos y en una
interacción de saberes y prácticas a nivel horizontal; la reflexión en torno a la posibilidad
de la mejora del campesinado productor de papa u otros productos que si bien actualmente
se focalizan en la producción interna, con una correcta promoción se convertirían en
productos de demanda global ( por ejemplo, además de la multidiversidad exagerada de la
papa: el huacatay, la maca, el ají amarillo, el maní, etc), pero con la condición de que dicho
campesinado sea sometido desde ellos y desde el Estado a cambios parecidos a los de los
pescadores.
IV
Límites en el discurso de Gastón
Si bien el discurso de Gastón representa una construcción ideológica que se proyecta con
una visión de desarrollo empresarial enfocada hacia lo social, esta proyección está definida
en función, de su ubicación determinada en el espacio social y en su trayectoria histórica
particular (además claro de su ubicación dentro del campo gastronómico), las cuales le
permiten elaborar un discurso sociosimbólico atravesado por diversas cualidades de
poder. Estas condiciones sociosimbólicas, nos remiten a la posibilidad de interpretar su
discurso en función de las formas de construcción de los sentidos (latentes y explícitos)
que este puede adquirir en ciertos segmentos del mismo discurso, lo cual permite
comprenderlo, desde sus producciones o configuraciones de sentidos, como desde su lugar
de enunciación y su constitución de poder.
Para esto iremos al extremo de la interpretación de manera deliberada, sabiendo,
que si bien esta generalización será provisional, es también necesaria para poder ir al
límite de la narrativa del discurso de Gastón, en contraste, además, con algunas de sus
prácticas, y esto, con el fin de poder concebir, cómo es que se puede filtrar un Otro25, de
manera subalternizada, oculta aún en/a estos discursos y prácticas, las cuales en general,
han logrado integrar algunos presupuestos interculturales.26
25 “Por el Otro, Lacan se refiere al orden simbólico –las leyes e ideales sociales- que sopcializa el cuerpo y hace de
él un sujeto. Para ilustrarlo diremos que el otro es “los demás”, un “los demás” abstratcto al que el sujeto ha
otorgado –o no ha tenido más remedio que otorgar la autoridad para decirle quién es y quién debe ser”. Y no
obstante, si bien “el demás” subalterno, puede decir quién es o quién debe ser esta persona, lo dice bajo ciertas
condiciones –de desigualdad, de poder, de dominación- que le dan a este “mecanismo identitario” un carácter
particular. Juan Carlos Ubillus Paygada. Nuevos Subditos: cinismo y perversión de la sociedad contemporánea. Ed.
IEP. Lima, 2006.
26 Spivak Gayatri, dice que “el historiador debe persistir en sus esfuerzos por ser concientes de que el subalterno es
necesariamente el límite absoluto del espacio en el cual la historia se narrativiza como lógica” refiriéndose con lo
de lógica a la idea de que cualquier discurso de representación puede al final tomar al subalterno, sea cual fuere,
como la dimensión extrema de su constitución identitaria, es decir su gran otro constitutivo, pero ya no desde sus
núcleos discursivos, sino desde sutiles periferias reflexivas. En ese sentido es necesario producir estrategias de
reflexión capaces de extremar, o por decirlo en derridiano, diferir, retirar, el sentido mismo de las palabras que
están insertas en distintas capas o segmentos de sentido, las cuales nos pueden rebelar diversos sujetos construidos
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Así abordaremos diversos aspectos del discurso de Gastón, que ocultan
dimensiones de poder, enfocándonos en tres categorías usadas por él: abrazos, segmentos
y sofisticación.
En el primer caso, me refiero a “abrazos” en Gastón, cuando este interpreta en su
discurso histórico, por ejemplo, el proceso de intercambio de conocimientos culinarios
producidos en la colonia:
La cocina criolla está plagada de ejemplos en que los ingredientes de aquí y de
allá de pronto se dieron un abrazo definitivo y contundente, el cual dio origen a
todos los platos que hoy la conforman (a la cocina peruana27)”
Abrazos de ingredientes que al confluir produjeron por un lado, una cocina sofisticada, y
por otro, una cocina popular, los cuales se encierran en un solo epíteto: la cocina criolla.
Este sentido de “abrazo” recrea una dimensión histórica tras un modelo de intercambio
equilibrado y estético, que, si bien pone en evidencia un nuevo sentido interpretativo de
lo popular desde lo gastronómico, (puesto que la interacción de tradiciones o saberes
populares-hegemónicos se producen, también, por medio de una integración del gozo, el
placer y la relación interclase con un plus de tolerancia e inclusividad paternal y una
aceptación-reproducción popular sin visos de reflexión-resistencia), oculta otras
dimensiones de interpretación históricas en donde la explotación, expropiación e
interrelaciones, están también comprendidas, primero, por el sabor de la resistencia en
busca de la libertad; segundo, por la sazón del racismo; y por último, por un escenario
revestido por el sino inevitable de la dominación. Esta construcción oculta (y muestra
ocultando y mostrando a la vez, en su carácter ontológico y social) dimensiones de
reproducción y de poder en lo histórico, debido a que los acontecimientos son entendidos
como si fueran la última consideración de lo que es lo social, y por ende, como la última
forma de interpretar la historia y el cambio que se produce en ella.
El “abrazo”, nos pone ante el evento de considerar la segunda categoría, los “segmentos”.
Gastón dice:
En el caso de nuestra organización hemos venido desarrollando conceptos culinarios cuya
aspiración desde el comienzo no fue sólo su internacionalización, sino también su
segmentación, pues entendimos desde un inicio que los restaurantes no son escenarios
genéricos, sino espacios para públicos distintos, para momentos distintos, para economías
distintas28
desde distintas estrategias discursivas, y que al final se articulan como lógicas en sí del mismo discurso,
entregándole a este mismo y desde ellas mismas, su legitimidad. Gayatri Ch. Spivak. Estudios de la subalternidad.
Deconstruyendo la Historiografía. En: Debates poscoloniales: una introducción a los estudios de subalternidad. Ed.
Ariwiyiri. La Paz Bolivia.
27 Acurio Gastón. La cocina criolla, en las cocinas del Perú. Ed. Orvis Venturis. 2006. Lima. Pag.22
28 Acurio Gastón. “Discurso de orden en la ceremonia de apertura del año académico en la universidad del
pacífico”, Lima Marzo 2006.
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El “segmento” es una cualidad que contradice el discurso mismo de cambio social, puesto
que no llega a concebir las cualidades de poder que se ocultan tras la consideración y
producción de cocinas diversas vinculadas a segmentos diferenciados, y cuyas
posibilidades de adquisición o producción (tanto de las tecnologías y saberes, como de la
participación en espacios de consumo de aquellos productos elaborados por estas
tecnologías y saberes29) entrañan no sólo un tipo definido de disposición o gusto, sino,
también, una estructura determinada, la cual sostiene dicha “segmentación” diferencial30.
Y esto, por que no toma en cuenta que los “segmentos”, vinculados a lo gastronómico, se
desenvuelven dentro de un escenario que da cuenta de un espacio histórico y sincrónico en
el que distintos discursos y prácticas de diversos grupos y actores sociales, tanto desde sus
enfrentamientos como desde sus interacciones y sus disposiciones, buscan o han
buscado siempre - como sería la constante aparición de producción de comida informal,
por ejemplo - consolidar, reformular, negociar, intercambiar, imponer, seguir o transformar
(a veces de manera conciente y otra de manera inconciente, pero estructurada por la
interiorización de las dimensiones del campo social y por una serie de luchas) un tipo de
capital cultural y social alrededor de la alimentación, vinculada a la relacionalidad y la
movilidad que en los mismos grupos o entre ellos se da en niveles diversos: Comercial,
estético, político, económico, religioso y social, los cuales tienen como relato organizador
las historia de dichos grupos y de hecho la historia del espacio social en el que se
desenvuelven y luchan. Su idea de “segmentación” hace que en su discurso se filtre la
duda en cuanto a la consideración que Gastón pueda tener sobre la real posibilidad de
movilidad social y de construcción de una país intercultural que radicalice además de la
democracia política, la económica31. En ese sentido, su discurso se invade, si bien ya no de
una “Bricherización”, por la doble práctica que encierra su discurso como aparente
superación de la Multiculturalidad y de la canibalización de la cultura, sí del supuesto que
subyace en la obra de Calderón de la Barca: El gran teatro del mundo, en donde de
pronto, el mundo se mueve, avanza, se despliega, pero, todo en su lugar, con cada cosa en
su lugar, en el sitio eterno de su sino. En ese sentido, las posibilidades de movilidad y
reconfiguración de las representaciones y ciertas prácticas, terminan por ser mera
apariencia, puesto que todo queda en su lugar, es decir, el lugar del mercado, diferenciando
eternamente a los grupos, ya no tan solo por el hecho de sus estéticas o gustos, sino
también por el factor de clase.
Ahora, en el caso de la “sofisticación”, las cuestiones de poder se presentan de
manera menos evidente debido a la proyección social que les acompañan:
29 Desde acá mi agradecimiento a una discusión con la antropóloga Tilsa Guima, que amplió la percepción de los
límites interculturales al reflexionar, los límites del mismo, en relación con el consumo en los lugares exclusivos de
los que Gastón es el gestor.
30 Esta condición no se puede remitir a la cualidad de simulación de lo económico que se desliza en la dimensión
multicultural del discurso.
31 Que como dice Tubino se constituya en una construcción pública que no conlleve prácticas subliminales de
imposición cultural y económicas. Fidel Tubino. Entre el Multiculturalismo...
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Para Gastón hay una dimensión empresarial que debe cumplir con ciertos patrones.
Esto debido a que él considera significativo un ethos particular, ligado con una ética del
trabajo proyectada hacia la perfección empresarial. Paul du Gay dice:
“Los efectos de dislocación suscitados por la intensificación de los patrones de
interconexión global requieren de una creatividad constante y la construcción permanente
de espacios colectivos, menos apoyados en formas objetivas mecanicistas y sus prácticas
conexas.. y cada vez más basados en el desarrollo de formas organizacionales y modos de
conducción más empresariales” (Paul du Gay 257:1996)
Aunque en la parte de mecanicista, Gastón diferiría, puesto que él plantea un
intercambio de saberes en la conducción y forma de ciertas empresas, el ethos empresarialturístico
es el que él plantea como aquellas formas organizacionales y modos de
conducción más empresariales preponderantes ante la dispersión y diversidad de formas de
llevar una empresa culinaria (desde su producción, comercialización, estética y servicio).
En ese sentido es que Gastón dice;
Contamos además con antiguos y nuevos recursos turísticos, arqueológicos y culturales
esperando a ser dotados de infraestructura, servicios y promoción que los conviertan en
exitosos productos turísticos, además de sofisticados recursos vivenciales en un mundo
donde las sesiones de chamán o el anticucho en una esquina son tesoros codiciados por
quienes nos visitan.
Pero también el Perú de hoy es una nación multicultural y multirracial, que cuenta por
ello con enormes recursos sociales y humanos hoy valorados como una envidiable virtud y
no como lo que algunos aún consideran, un lamentable defecto.32
Es así que, si bien hay una ruptura con la marginación de tradiciones, al considerar
nuevos recursos humanos o materiales en su discurso, esta ruptura se contextualiza en el
mismo discurso, desde un eje externo, puesto que estos recursos son o adjetivados
(“ontologizados” si cabría la palabra) o convertidos en productos turísticos. De esta forma,
el sentido de “sofisticación” que se articula a la recreación del ethos de servicio, estético o
comercial, el cual intenta ordenar diversidad de saberes y distintas formas de expresión
(estéticas, política y sociales), al final apuntan en el caso de los discursos y prácticas de
Gastón tanto hacia el exterior internaciona, como, también, hacia espacios “exteriores
internos”, es decir, hacia los tradicionalmente exclusivos (ya sea económica o
históricamente) en las ciudades33 -en el caso de Gastón, su práctica de ubicación
empresarial dentro de Lima, sigue obedeciendo a una visión exclusivista, en la que los
32 Acurio Gastón. Éxito, Marca País e Inclusión. CADE 2006 – 2 de diciembre, 2006.
33 Tomemos en cuenta que la idea de periferia, implica la existencia de un centro que no sólo recibe a modo de
transferencias, el capital económico sino también la proyección imaginaria de poder y del supuesto “progreso,
civilización, modernidad y desarrollo” o en pocas palabras del “ejemplo a seguir”. En ese sentido, en Lima y como
en toda ciudad semi-palacio, los espacios internos, están divididos imaginariamente en distintos lugares que han
acumulado su cualidad de “centro” a través de la historia y de las prácticas dirigidas por los proyectos públicos, a
pesar que en la actualidad, los espacios que anteriormente se podrían denominar como periféricos han empezado a
tomar protagonismo económico, pero, claro, aún sin romper en el imaginario las consolidaciones culturales de esos
espacios “centros” o como yo prefiero llamarle, “externos-centros”.
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interiores -periféricos están excluidos del externo-centro de consumo y comercialización34-
. Así, no se toma en cuenta, aquellos intercambios o espacios, socioculturales y
económicos internos (prefiero internos que periféricos - sin soslayar las dimensiones de
poder - puesto que hablo desde lo local), incluidos, paralelos o en confrontación en/con
“lo exterior” internacional y nacional, lo cual ampliarían la visión tanto estética y de
proyección espacial y social de cualquier tipo o modelo de proyección creativa,
empresarial, desde diversos actores y saberes en nuestra plurinación35. De esta forma, lo
que termina por ocultarse, en el discurso sobre la “sofisticación”, en una supuesta
negación de la “bricherización” nacional, es la posibilidad de traer de vuelta por la puerta
trasera del discurso, a la misma en otra dimensión, pues se termina por plantear una
inevitable respuesta “para” (desde arriba, desde el centro, desde el exterior) el Perú, a la
demanda de exotismo del mundo, aún a pesar de complementar con los considerandos de
innegociabilidad o representacionalidad multi e interculturales. En el caso de Gastón, sus
prácticas de comercio proyectadas a espacios exteriores, y un discurso “desde afuera”
capaz de ordenar la vida nacional en función del desarrollo del mercado, hacen que esta
idea de “sofisticación” se subsuma a la idea de “segmentación”, cuyo énfasis de la
diversidad y la inclusión termina por sostenerse sobre la continuidad de una inequidad
inherente, la de los que tienen una economía distinta a la otra, y por ende, la de espacios
que no están sostenidos solo por su apertura y diferenciación cultural específica, sino
también por su exclusividad, desigualdad y, por ende, por su diferenciación de clase social.
En ese sentido, podríamos decir, que esta construcción discursiva y práctica de un nuevo
ethos, como en el caso de los “segmentos”, puede ocultar (y mostrar ocultando y
mostrando a la vez, en su carácter ontológico y social) dimensiones de reproducción y de
poder, puesto que estos símbolos también son entendidos y practicados como la última
consideración de lo que es lo social y por ende como la última forma de interpretar la
34 En ese sentido sus negocios mantienen en su ubicación la proyección imaginaria de exclusividad de clase, pues
se encuentran e distritos cargados con esa proyección: San Isidro, Miraflores, Lima.
35 Golte Jürgen. La racionalidad de la organización andina. Ed. IEP. Lima 1987. pag. 94. La organización andina,
sostenida sobre la interrelación de los aspectos organizativos sociales y económicos con los factores ecológicos o
sociológicos particulares, nos ponen ante la disyuntiva de la reflexión que hace Golte en torno a su desaparición :
“Llegaría a su fin la organización andina si la productividad del trabajo agrícola aumentara de un modo tal que las
unidades domésticas, al igual que en las zonas de monocultivo, pudieran vivir con una cantidad más limitada de su
tiempo de trabajo invertido en la producción de un solo ciclo”, en ese sentido, el capitalismo, puede consolidar
formas de organización y relaciones de producción hombre-hombre y hombre-ambiente, que pueden al final
deteriorar y desaparecer una lógica de producción y organización de los espacios sociales, políticos, económicos y
físicos, milenarios, las cuales han respondido de manera eficaz a un entorno particular a través de la historia. No
pensar a estas formas hacia adentro o hacia fuera, es de hecho un error que puede no sólo desestructurar espacios
sociales, o espirituales, sino el ambiente mismo, puesto que el hombre y el ambiente (y por ende su fuente de
relaciones y recreaciones de modos de producción) están necesariamente interrelacionados. En ese sentido, pensar
políticas públicas (empresariales, políticas o culturales) internas o externas debe comenzar por conocer, reconocer,
y poner en práctica, luego de un intercambio fructífero de saberes y prácticas en todo nivel, una serie de medidas
capaces de generar espacios sociales en donde las formas particulares de organización social, estética, económica y
ecológica, puedan desenvolverse, desarrollarse y sostener cierto tipo de continuidad, con el fin de potenciar
económica, social y políticamente tanto su propio espacio como el del país. De esta manera, lograr, no solo
concebir: o el consumo enfocado hacia fuera, o las formas de organización empresarial con una lógica
exclusivamente turística, sino que estas dos deben interrelacionarse de manera dialógica con otros modelos de
organización y propuesta de vida, que incluya, además, una severa crítica constante a formas de producción
capitalista, como a formas de poder en estos espacios internos, que puedan mermar no sólo organizaciones y
formas culturales y sociales diversas y en conjunción, sino también el entorno ecológico mismo.
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historia y de cambiarla (pasado, presente o futuro), solo que en este caso, subsume, a la
vez, en uno de los segmentos de sentido de su discurso, cualquier proyección intercultural
dentro del capitalismo, que regresa exotizador, adefagio y diferenciador.
Por último,¿qué tanto los enunciados sobre el ethos empresarial, resguardan una
ideología subterránea, que como dice Zizek al “poner el acento en la lógica económica
objetiva... se define a través de la distancia respecto de Otro, al que se lo descarta y se lo
denuncia como ideológico” 36 pero que en vez de seguir la lógica de aceptar al “Otro”
folclorizado sin considerar otras dimensiones de su “esencia” como la sabiduría culinaria -
pues como vimos, Gastón en cuanto a lo gastronómico busca ir más allá de la mera
inclusión estética - este “Otro” se inmiscuye en la forma de prácticas populares no
ordenadas en función del mercado y el consumo, devolviendo, así, soterradamente, un
discurso racista y distintivo vinculado al capitalismo global que de hecho se articula tal vez
inconciente-concientemente ( me refiero a la illusio37) con la práctica de un habitus que se
deriva tanto de la ubicación – y la acumulación de capital cultural, social y económico
dentro de este – de Gastón dentro de un lugar específico del espacio social como de su
recreación y negociación con el mismo, pero en un panorama ya no tan solo nacional sino
internacional también?. En ese sentido, en el discurso de Gastón, el gran Otro está
construido, sutilmente, desde descripciones menos homogenizantes o evidentemente
prejuiciosas, lo cual permite que esta construcción pase desapercibida y se diferencie de
una lógica distinta a la directamente excluyente, pero que, aún cuando se vincula en
algunos de sus presupuestos a lo intercultural, termina por soslayar dimensiones de poder y
de transformación diversa. El Otro, en él, paradójicamente, es un Otro que no está en
consonancia con dimensiones interculturales, como la posibilidad de su empoderamiento (
que se ordene en función del mercado) o de su reproducción dialógica de tradiciones, pero
que, justamente esta “otra” otredad –la del que designa– o segmento de sentido, esta vez,
para articular y que articula el gran Otro, se encuentra al mismo tiempo integrada a la
lógica de un espacio social consolidado ya por sus diferencias económicas y enfocado
hacia las dimensiones de un desarrollo capitalista global, supuestamente “moderado”.
36 Zizek Slavoj. Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional. En Estudios culturales:
Reflexiones sobre el multiculturalismo. Paidos México 1998.
37 “...los juegos sociales son juegos que se hacen olvidar en tanto que juegos, y la illusio es esa relación de
fascinación con un juego que es fruto de una relación de complicidad ontológica entre las estructuras mentales y las
estructuras objetivas del espacio social. A eso me refería cuando hablaba de interés: se encuentran importantes,
interesantes, los juegos que importan por que han sido implantados e importados en la mente, en el cuerpo, bajo la
forma de lo que se llama el sentido del juego” Pierre Bourdieu. Razones Prácticas: sobre la teoría de la acción. Ed.
Anagrama. Barcelona 1997. Pág.141-142.
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V
En dos tiempos y un final:
Critica, retorno en el retorno y fin.
Hasta acá el lector se encontrará, tal vez, en la disyuntiva de no saber qué pensar sobre
Gastón, ¿es un personaje de élite que subsume desde su discurso, la interculturalidad, a un
capitalismo global salvaje?, ¿o es un Chef peruano, convencido de que lo intercultural
como acción positiva es la mejor opción para poder definir el horizonte de desarrollo
nacional?, o quizás ya lo catalogó: es un mentiroso aprovechado, o es un chef bien
intencionado con ciertos errores de discurso. Sin embargo, es más que probable que
Gastón no pueda ser del todo cualificad. Sus discursos pueden delatar tanto, su posición en
el campo social, las dimensiones ontológicas de élite que se manifiestan (ocultándose las
más) desde ellos, las cuales, además, pueden, en parte o completamente, abarcar sus
prácticas, constituyendo un límite para aquellas dimensiones interculturales que se
traslucen en su discurso; como, también, presentar a un actor social capaz de abrirse al
diálogo, a la constitución de espacios de interrelación e inclusión creativa y, sobre todo,
participativa, abierto, por último, a reformular constantemente aquellos considerandos que
podrían también limitar lo intercultural como posibilidad. Por eso, si entendemos la
Interculturalidad como una tarea, como una nueva manera de modernidad, una nueva
racionalidad capaz de dialogar, solidariamente - quién sabe si, teleológicamente, también-,
nos parece que este ensayo, en esa línea, es, al final, un diálogo con el pensamiento
discursivo -y a veces con la práctica- de Gastón, cuyo afán, es encontrar no sólo los
límites y no sólo las posibilidades de su discurso, sino de mantener un movimiento
constante de crítica y de recepción, el cual pueda constantemente probar, degustar,
saborear, apreciar o criticar, los mismos.
Este último capítulo, en particular, consolida ese movimiento, con estos dos
pequeños apartados que siguen a continuación:
Crítica
El escenario gastronómico en el que se desenvuelve el discurso de Gastón es un espacio
histórico y sincrónico en el que distintos discursos y prácticas de diversos grupos y actores
sociales, tanto desde sus enfrentamientos como desde sus interacciones, buscan
consolidar, reformular, negociar, intercambiar, imponer, seguir o transformar un tipo de
capital cultural y social alrededor de la alimentación. Estos discursos y prácticas se
vinculan a la relacionalidad (atravesada por luchas, poderes, intercambios, armonías y
conflictos) que en los mismos grupos o entre ellos se da en niveles diversos: comercial,
estético, político, económico, religioso y social, los cuales tienen como relato organizador
las historia de dichos grupos y de hecho la historia del espacio social en el que se
desenvuelven y luchan. Por ejemplo, dentro de este espacio el discurso de Gastón, se ubica
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en confrontación e intercambio con otros discursos y prácticas gastronómicas, como por
ejemplo, discursos con halos de tradicionalidad como el de Thorndike o de Raúl Vargas, o
con discursos y prácticas un poco más sofisticadas y elitistas como los de Bernardo Roca,
Piqueiras, etc. Además, se diferencia de prácticas y discurso populares, enfocados en lo
gastronómico dentro de una sola línea de producción y ubicación (como serían los
restaurantes o negocios informales que abordan un solo producto: ceviches, anticuchos,
sánguches; o los negocios no informales, pero, también, en una sola línea, como sería la
exclusividad de la preparación de una alta cocina sin abordar otros espacios), y dentro de
un tipo de conocimiento adquirido, mayormente, a modo de una herencia cultural sostenida
por la transmisión familiar o laboral, puesto que él posee un tipo de conocimiento
legitimado desde lo institucional, y negocios cuyos conceptos y ubicaciones en el campo y
en el espacio real se encuentran en lugares privilegiados y diversos económica y
simbólicamente.
En ese sentido, cuando Gastón plantea discursos sostenidos por palabras como:
abrazos, segmentos, sofisticación, estos no dejan de ser atravesados por el sentido que
estos adquieren dentro del campo social, es decir de articularse a las dimensiones históricas
y sincrónicas de clase y de acumulación y negocio del capital social y cultural que Gastón
posee, el cual en cierta medida deja traslucir un tipo de proyecto de élite nacional, con
dimensiones ontológicas particulares, es decir a partir de un tipo de “esencia de ser
social” que se trasluce discursivamente en ellos: Primero, uno en el que las diferencias o
lo intercambios, no están atravesados por el poder, las luchas, el conflicto, y en ese sentido,
disimulándolos, tanto como en lo multicultural disimula lo económico; y segundo, por un
ser social cuyos lugares están ya consolidados por siempre y cuyas diferencias se
mantendrán, logrando consolidar y continuar, no solo tipos diversos de gustos y formas de
consumo, sino, también, tipos diferenciados de economías y relaciones sociales. Pero que,
de manera distinta de los discursos gastronómicos cuyo eje central es la consolidación de
esta ontología, este discurso transfiere estas cualidades a su misma periferia, y esta, cuyo
sentido es al final ser un modo de ocultamiento de esta cualidad ontológica del discurso,
puede incluso girar alrededor de dimensiones interculturales de empoderamiento y
transformación social, que parecen aún estar en contradicción con este sentido ontológico
que transita, se desvanece y vuelve aparecer, en silencio por el discurso.
Retorno en el retorno
Pero los sentidos interculturales dentro del discurso, pueden seguir difiriéndose,
retirándose, manteniendo en el mismo, una cuota de posibilidad abierta.
Es así que, si bien, en un tipo de límite significativo, el discurso de Gastón puede
traslucir ciertos aspectos hegemónicos y de poder, este discurso tanto como su práctica,
mantiene aún una veta de transformación constante en cuanto a sus proyecciones sociales.
De hecho, podemos encontrar aún en algunas de sus “palabras límite”, posibilidades de
transformación y de reconstrucción de espacios de desarrollo que surjan desde los mismos
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actores, pero eso sí, en una constante de relación con los espacios consolidados
económicamente. En el caso de “segmentos” y “sofisticación”, por ejemplo, su visión en
cuanto a diversidad de espacios económicos y de gusto y el desarrollo técnico y
organizacional, puede entenderse también como una manera de describir pragmáticamente
el espacio de comercio al que cualquier empresa se puede dirigir dentro de la realidad
comercial gastronómica en la que el Perú está inmerso, tanto a nivel nacional como
internacional. De esta manera el enfoque de Gastón busca, potenciar los diversos espacios
de consumo, pero, también, de producción, intentando desde de un neo discurso
nacionalista, incentivar el desarrollo de un Estado que pueda potenciar estos espacios
particulares, a la vez de darle a estos mismos espacios un tipo de “independencia”
inteligente dentro de la realidad a la que se someten. De esta manera, se dirige a realidades
distintas con proyectos distintos, pero con una, podríamos decir, neo visión de elite
nacional inclusiva. Tomemos dos casos para explicar esto:
En el caso de las empresas informales por ejemplo, estas se construyen alrededor de
una historia de olvidos, de indiferencias, que han hecho que, las unidades de organización
productivas informales crezcan, sobre todo, respondiendo a situaciones de sobrevivencia y
readaptación creativa –en un principio-, a un ámbito urbano (y desde el Estado) que, desde
o hacia el núcleo migrante (y a lo que significó el paulatino crecimiento de Lima desde los
cincuenta, por ejemplo) o hacía núcleos informales ya consolidados en el espacio urbano,
los obvió o jamás los pudo llegar a comprender e incluir, económica o políticamente del
todo, lo cual a hecho que poco a poco se vayan incorporando de diversas maneras
(necesidad o interés, proyección o espontaneidad), a la lógica del capital consolidada en los
nuevos espacios en los que se desenvuelven, y esto a partir de distintos tipos de luchas,
con el orden público, con la legalidad burocrática, con el imaginario desplegado desde los
medios; y con distintos efectos (políticos, económicos, religiosos, culturales) sobre sus
contextos ambientales e históricos originarios y actuales.
El otro ejemplo es el caso de las unidades de producción rurales, las cuales se
construyen desde ellas mismas o desde un Estado en desmedro de su propio desarrollo en
función del mercado, debido a, una visión de Estado mono mercantilista (hacia fuera
mayormente) que no considera la diversidad de formas de organización o de producción
misma, potenciando, de esta manera, la mono producción agrícola, cuando el territorio de
los distintos agregados sociales del Perú responde y están organizados mucho mejor en
función de la diversidad productiva; o con una ausencia evidente en el control,
protección, o potenciación de productores y productos hacia y para el mercado interno (y
por ende para el externo, en cuanto a diversidad), los cuales luchan en el espacio social con
los intermediarios, el poco desarrollo infraestructural, las políticas fragmentadas de
diversas ONGs, el mercado internacional y el imaginario transformado de consumo
urbano, en el cual, la diversidad agrícola se pierde tras la combinación de estos dos
últimos, puesto que dichos productos terminan por perderse tras la maraña del prejuicio, la
escasez, los altos precios - y por ende, poco competitivos - y el desconocimiento.
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A estos dos ejemplos, Gastón responde con proyectos específicos de desarrollo,
cuyo énfasis va más allá de la aceptación representacional de estos grupos empresariales
informales o marginales, aún a pesar que, desde lo muticultural, y estratégicamente, reifica
lo representacional, de estos mismos grupos, creando o proponiendo conceptos capaces de
ponerlos en igualdad, en la dimensión imaginaria a nivel nacional o internacional. Su
visión incluye las condiciones de transformaciones estructurales desde el Estado y una
repotenciación de los mecanismos económicos en los que están insertos estos grupos, con
una incidencia en la posibilidad de que estos mismos puedan participar de manera
competitiva en la red de producción, comercialización y difusión nacional o internacional.
En ese sentido, por ejemplo, desde los grupos informales, atiende a las condiciones de
olvido y óbice estatal e imaginario que no permiten el desarrollo de estos espacios, a la vez
que proyecta la posibilidad de incluirlos dentro de proyectos nacionales más amplios, con
una proyección hacia el mercado internacional. En su libro sobre las cocinas de la calle,
propone la potenciación tecnológica, la transformación imaginaria, y la inclusión dentro de
circuitos pensados desde el Estado, de los grupos informales, en el ornato urbano de
comercio y consumo: “Creer en nosotros como individuos y como nación. Pero para ello
debemos recuperar las calles, para nuestra cocina como primer paso. Debemos convencer a
las autoridades para que fomenten este camino, a la empresa privada para que auspicie tan
noble tarea, a los emprendedores para que crean y hagan suyos los conceptos, y a los
peruanos en general para que salgan a las calles a consumirlos masivamente. Cuando esto
suceda, podremos sentirnos doblemente orgullosos, contarle a la gente con mucha más
seguridad todo lo bueno que tenemos y llevarlo con éxito a todas las ciudades del planeta”
38. A esto se suma una serie de proyectos específicos dentro del mismo libro sobre cómo
hacer puestos tecnológicamente adecuados para llevar a cabo esta labor.
En el caso de las unidades rurales, piensa que luego de que se consoliden los
diversos conceptos, y también el consumo internacional los mismos: “la demanda de
productos tan comunes como la papa amarilla, ají, cebolla roja, rocoto, limón se
multiplicará infinitamente y con ello acabaríamos con uno de los más dolorosos males que
padece nuestro país y que genera tanto enfrentamiento aprovechado coyunturalmente por
falsos profetas: el empobrecimiento del campesinado en los andes... con el nuevo escenario
esto desaparecería, y con ello, desaparecería un permanente caldo de cultivo para la
inestabilidad del país. En dicho escenario se generarían también muchas industrias y
productos de base de sabor, como las que vinimos desarrollando, de salsas, de pisco, de
libros, de revistas, de turismo gastronómico, de asesoramiento gastronómico, de snacks, de
dips, y de todo aquellos que va naciendo alrededor de conceptos como los que tenemos.
Italia por ejemplo, exporta productos por US$5,000 millones de dolares por que un
concepto llamado pizza existe por todo el mundo. Esto es más que elocuente para imaginar
lo que podríamos generar en torno a toda nuestra gama de conceptos. Quizá lograríamos
una cifra mucho mayor que esta.”39 Como se ve es una visión que toma en cuenta la
diversidad de productos internos, la importancia de un desarrollo tanto en el modo de
38 Acurio Gastón. Las cocinas del Perú. Tomo 6: Las cocinas de la calle. Ed. El comercio Lima. 2006. pág. 20
39 Acurio Gastón. “Discurso de orden en la ceremonia de apertura del año académico en la universidad del
pacífico”, Lima Marzo 2006.
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producción interno como en la potenciación de otros rubros productivos como industrias
de base o intelectuales alrededor de este nuevo tipo de desarrollo, que ya no solo se
proyectaría hacia lo nacional, sino, también, hacia lo internacional. A esto sumamos la
visión que ya analizamos en un capítulo sobre el artesanado pesquero, que nos permite
entender el aspecto intercultural del discurso de Gastón, el cual concibe de manera creativa
y con proyección económica y social una realidad diversa como la nuestra, reinscribiendo
esta perspectiva en su énfasis productivo pero a la vez de construcción gubernamental y de
imaginario nacional.
Fin
El crecimiento del ámbito culinario en el Perú, es un fenómeno que está, como lo dicen
varios expertos en la materia, aún en proceso. Esta cualidad se caracteriza por el
crecimiento paulatino interno y externo de la difusión, del conocimiento, la producción y el
consumo (inteligente, responsable, irresponsable, etc) del capital gastronómico en el
escenario gastronómico peruano e internacional.
La expansión del mercado, la pacificación del territorio peruano (con todas las
atingencias que puedan haber a nivel institucional, político y sobretodo ético), la
consolidación de los procesos de migración, tanto interna como externa a partir de los
noventa, y el proceso global de comunicación, información e interrelación interestatal,
social o étnica (a la que podría llamarse capitalismo tardío, el cual se ha gestado desde
mucho antes), confluyen con una historia nacional particular, logrando formar un contexto
social favorable para que el escenario gastronómico peruano adquiera poco a poco un tipo
específico de protagonismo social. A este panorama le podemos sumar la creatividad de
diversos actores que se ubican en el espacio social de manera diversa, desde las clases
populares, hasta el segmento de élite, pasando por distintas tonalidades: regionalismos,
clase media y etnicidad; y a modo de intercambios, luchas y modos diversos de
legitimación . La combinación de estos procesos forman lo que actualmente podemos
entender como el fenómeno de lo gastronómico en el Perú y en el que, Gastón Acurio se
inserta de manera particular. Su discurso y sus prácticas si bien conllevan una cuota de
Interculturalidad a todo este fenómeno, este mismo se ve sobrepasado por las condiciones
de un capitalismo consolidado en el escenario internacional, afirmado desde políticas de
mercado muchas veces salvajes, y de por sí inequitativas ontológicamente, las cuales al
parecer pueden subsumir hasta los mismos presupuestos interculturales que se encuentran
en el discurso y las prácticas de Gastón. Sin embargo, como lo dijimos desde le principio,
la cualidad de procesualidad del discurso, y de este fenómeno gastronómico, y nuestra
intención de diálogo, nos ponen también ante lo posible de una vigilancia, reconstrucción y
reformulación de todo tipo de políticas y proyectos sociales, los cuales, y evidentemente en
el caso de Gastón, se plantean o toman como un deber el que desde antes se den como
oportunidades dialógicas y participativas, aún a pesar de las condiciones elitistasontológicas
que se movilicen por ellas.
20
Construyendo Nuestra Interculturalidad
www.interculturalidad.org Nº4. Sept.2007
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Discurso de Gastón Acurio

PREMIOS EFFIE 2006
Lima - Perú


¿Podremos los peruanos conquistar el mundo con nuestras marcas?

Vivimos hoy un momento crucial e histórico para el Perú y no por lo que seguro están pensando: política. Lo es porque somos parte de una generación privilegiada, pues hemos tenido la suerte de vivir justo el momento en donde las fronteras mentales se han terminado. En donde la gente vive y sueña buscando nuevas experiencias, nuevas emociones, nuevas historias que vivir, que contar, que compartir. Se acabaron los tiempos en los que el ciudadano de Kansas vestía sombrero, comía costillas y conducía tractor.

El hombre de hoy es un hombre de su tierra y del mundo. Es japonés de sake y de cerveza Corona, es italiano de pizza y de Sushi bar, es español de paellas y de Burger King.

Es en ese escenario en que el Perú aparece como un enorme libro de cuentos, llenos
de todo aquello que al hombre de hoy podría seducir y conquistar para siempre.
Aquello como los 84 microclimas que si bien no nos permiten hacer grandes
extensiones de cultivos, nos dan la suerte de producir todos los vegetales y frutas,
todo el año y de calidad tan sublime como para ser exportados como si de perfumes o
joyas se tratasen.

Decenas de culturas milenarias cuyo legado puede servir de inspiración a
diseñadores, artistas, creadores en general. Todos los recursos minerales imaginables
con los cuales podríamos hacer joyería y relojería de excelente relación calidad-precio.

El mar más rico del mundo, el cual podría estar lleno de piscigranjas que abastezcan
el gran mercado de lujo que hoy existe. Bosques interminables que con manejo
responsable pueden dar pie a exitosísimas industrias y marcas del mueble y la
decoración.

Cultura y tradiciones diversas y riquísimas que -como nuestra gastronomía podrían dar
pie a decenas de nuevos conceptos globales de consumo y, por ende, a centenas de
marcas peruanas abasteciendo esa demanda. Ese es el Perú y el mundo que nos ha
tocado vivir. Un escenario en donde el concepto de value, la relación calidad-precio,
está llamada a ser la consideración más importante a la hora de elegir un producto u
otro. Un escenario, entonces, que nos cae como anillo al dedo. Un escenario mundial
donde la marca Perú debe definirse ante el mundo como Perú, el país boutique. Que
frente a la china, que tiene la b de lo barato, o frente a la suiza, francesa o italiana, que tienen las de lo bueno y bonito pero caro, aparece la marca Perú, el país de lo bueno, bonito y barato.

Sin embargo, ¿qué nos ha pasado? ¿Por qué aún no hemos inundado la tierra con
productos y marcas que partiendo de nuestros recursos, costumbres y tradiciones
dieran el gran salto final? ¿No será acaso que el problema está en nosotros mismos?
¿No será acaso que nosotros creemos que nuestros productos no son lo
suficientemente seductores como para ofrecerlos a ese ciudadano de Kansas que en
este mismo instante debe estar frente a su televisor observando una pelea de sumos
mientras bebe una cerveza Sapporo y devora una docena de burritos con
chimichanga?

¿No será acaso que seguimos encerrados en la idea de que la inspiración está en lo
foráneo y que nosotros somos ciudadanos de segunda categoría condenados a imitar
y a hacer nuestro aquello que otros, en otras partes, deciden debemos de usar, vestir
y comer?

Pues yo me resisto a pensar que esto es así. Me niego a aceptar que los peruanos no
somos creativos, no somos audaces, no somos valientes, no estamos orgullosos de lo
que somos. Me resisto a creer que tenemos menos cualidades que un alemán o un
japonés, y que viviremos en un mundo eterno donde otros vendrán por nuestras
materias primas para luego devolvérnoslas convertidas en marcas y costumbres a
consumir. Me resisto a creer que no somos lo suficientemente seductores para que el
mundo caiga rendido a nuestros pies. Me resisto. Y por eso imagino el futuro y sueño
un escenario distinto. Por eso vamos observando y soñando la vida con ojos de
cocinero que hace lo que le gusta, es cierto, pero también con ojos de peruano que
debe cumplir su deber como tal. Y así fue como iniciamos este enorme sueño de
llevar la cocina peruana por el mundo. Casi sin saberlo, sin ser conscientes del
enorme potencial, de la enorme responsabilidad que ello implicaba. Cometiendo
aciertos y errores en el camino, avanzando y retrocediendo en muchas decisiones,
cultivando la paciencia del bambú que durante años teje, antes de mostrarse, una
sofisticada red de raíces que luego sostendrán sólidamente el peso de su tronco.
Paciencia que nos permitió formar cuadros, definirnos conceptualmente, elaborar una
adecuada política mediática y, lo que es más importante, terminar de
convencernos para siempre que los peruanos somos lo máximo y que nada
podrá detenernos en el camino que hoy hemos iniciado.

Por eso, caímos rendidos ante el refinamiento de la cocina peruana y llevamos a
competir a Astrid y Gastón en el durísimo segmento del fine dining, hoy en seis
países y a finales de año, en México y Madrid. Por eso vimos a la cebichería peruana,
a la maravillosa y enorme cebichería peruana, triste y acongojada, y decidimos asumir
la doble misión de introducir un nuevo concepto global: el peruvian seafood para que
con él ingresen muchas marcas peruanas entre ellas la nuestra: La Mar, hoy lista en
Brasil, México, Panamá, Ecuador y Estados Unidos.

Fue así como cansados de ver tanto fast food foráneo en los estómagos de nuestros
hijos y ver cómo al mismo tiempo nuestras tabernas sangucheras fundadas por los
primeros inmigrantes italianos iban cayendo en el olvido es que decidimos hacer
Pasquale Hermanos Sanguchería, para llevarlo al mundo como el concepto de
peruvian fast food y con él abrir la puerta también a muchas otras marcas peruanas de
fast food.

Y también nuestros ojos de cocinero y de peruano vieron cómo nuestras anticucheras
eran expulsadas de sus esquinas, perseguidas por quienes debían cuidarlas,
olvidadas por nuestros corazones y decidimos asumir el reto de lanzar al mundo el
concepto de anticuchería: the peruvian grill, la anticuchería de la esquina
convertida en restaurante y con él competir frente a argentinos y brasileños, abriendo así el paso a otras marcas de anticucherías peruanas reservándonos para nosotros el privilegio de homenajear con nuestra Panchita a todas las Panchitas que hoy lamentan el olvido que les tocó vivir.

Y fue así como vimos que el mundo se llenaba de taquerías, sushibares, pizzerías y
demás para animarnos a hacer el concepto del peruvian bistro: TANTA, al que
estamos listos para llevarlo por todas partes.

Fue así como observando el crecimiento de una cadena norteamericana llamada PF
Chang China Bistro, que en 1993 abrió su primer local y hoy factura US$900 millones
con 190 locales sólo en Estados Unidos, con una propuesta similar a la del más
humilde de nuestros chifitas al paso, nos dimos cuenta que ya era hora de que el
mundo conozca el chifa peruano, pero el peruano chino de verdad y estamos en pleno
proceso creativo para lograrlo.

Fue observando que en Chile una cadena de hoteles boutique llamada Explora llenaba
sus cuartos a precios exorbitantes basados en una filosofía simple de servicio y diseño de gran clase apostada en un lugar paradisíaco, que nos dimos cuenta que era la hora de hacer una cadena peruana de hoteles boutique. Nativa Hoteles Boutique que
estarán en algunos de los cientos de parajes paradisíacos con que cuenta nuestro
país y cuya filosofía se basará también en un servicio y diseño "gran clase", pero que además incorpora conceptos tan valiosos como la mejor gastronomía de hotel del
continente, como el respeto del entorno a la hora de su diseño y construcción, como
la creación de la primera filosofía de spa peruano, fruto de siglos de medicina natural, misticismo, chamanismo y demás. Y el más importante de todos: conciencia social, es decir, allí donde el hotel se instale, irradiará con su presencia a todo su entorno los beneficios que su actividad genere. Nativa Hoteles Boutique luego irá a Ecuador, a Colombia, a Centroamérica con el sueño de ser la marca de hoteles peruana referente a la hora de elegir América Latina como destino.

Y fue así también como viendo todo este escenario que se nos viene, de decenas de
miles de restaurantes peruanos, de millones de nuevos consumidores de ideas
peruanas que nos dimos cuenta que había que abastecer al mundo de salsas,
piqueitos, ingredientes y demás detalles culinarios peruanos por lo que sentamos las
bases de nuestra futura gran marca de retail culinario peruano, con una gama de
productos que van desde la sal rosada de Maras hasta la mermelada de chirimoya,
desde la huayro chip hasta la salsa que permita con un gesto y un minuto hacer una
pachamanca en medio del mismísimo bulevar Saint Germain.

Y como vemos la vida con ojos de cocinero y de peruano, nos dimos cuenta de que a
Lima, la capital gastronómica de América, le faltaban tres cosas para considerarse
como tal: la recuperación de su cocina en las calles, la fundación de una escuela
pública de gastronomía para personas de bajos recursos y la creación del mercado
más hermoso de América del Sur.

Por eso hoy avanzamos en el proyecto "Cocina en las calles", que creará mil
nuevos pequeños empresarios que en esquinas licitadas adecuadamente y con
carritos diseñados con normas muy precisas le devolverán a Lima, sin riesgos, sin
contaminación y estéticamente consecuentes, las deliciosas instituciones vivas del
alfajorero, del anticuchero, del butifarrero, del papa rellena man, del cebichero, del raspadillero y del tamalero. Por eso asumimos la responsabilidad de la primera gran facultad pública de gastronomía ubicada en Ciudad Pachacútec, dentro de ese gran
sueño de la ciudad universitaria de oficios, obra del obispo peruano Javier del Río, y para la cual todos los fondos son bienvenidos. Y por eso finalmente hemos terminado
de convencer a los mejores productores, criadores, fabricantes, pescadores,
sembradores orgánicos, queseros, chocolateros, artesanos amigos nuestros para
hacer en Miraflores, el distrito más rico del país y de la mejor gastronomía de América, el mejor y más bello mercado del continente. Ahora sólo nos falta convencer al alcalde.

Ese es nuestro sueño que como cocineros va haciéndose realidad, pero que como
peruanos va mucho más allá. Va hacia el sueño de que en todos los campos, en
todas nuestras manifestaciones, las marcas peruanas estén por todas partes. Que en
un mundo por ejemplo de centenas de marcas de helados, de pronto aparezca la
marca peruana que inunda Europa con sus helados de frutas amazónicas exóticas e
inéditas o compañías peruanas de flores amazónicas que de pronto empiezan a
romper el mercado de Ámsterdam con su nueva propuesta.

De hecho existe ya una empresa peruana, Sanando, que ya ha iniciado el sueño. Que
la marca de ropa de aventura más apreciada en Estados Unidos pertenezca a un
explorador peruano que probó durante años un atuendo que resistiera las
inclemencias del Amazonas.

Que de pronto una enorme cadena de tiendas de muebles y artículos para el diseño y
decoración hizo tambalear a la poderosa Ikea con una propuesta basada en el uso de
maderas sofisticadísimas provenientes de bosques amazónicos sostenibles. Sueño
con un joven diseñador peruano que asociado a un empresario nacional se instale en
Nueva York haciendo fama y fortuna con un estilo personal basado en nuestra finísima
fibra de vicuña.

Así es, como peruano sueño con que el mundo consuma nuestras marcas, nuestras
tradiciones y nuestras costumbres, y como peruano sueño con que todos los
peruanos sueñen lo mismo, pues estoy convencido de que sólo si tenemos un gran
sueño común, la marca Perú, nuestros sueños personales, nuestras marcas
alcanzarán el reconocimiento de manera casi natural. Pero estoy convencido también
de que para alcanzar el éxito de la marca Perú no bastará con creer en nosotros y
nuestros productos sino que deberá estar sustentada en un país justo, libre y
respetuoso de la ley y sus ciudadanos.

Un país donde las oportunidades sean iguales para todos, donde la educación y
salud pública sean de mejor calidad que la privada, un país donde el débil pueda
enfrentar al poderoso ante la justicia y vencer, un país donde finalmente los políticos cumplan con el único mandato que sus ciudadanos les otorgan: administrar con austeridad e inteligencia, velar por la justicia y actuar con energía ante la arbitrariedad y el abuso. Dejándonos a los ciudadanos el reto de soñar, de soñar con que a partir de nuestras materias primas, nuestras tradiciones y costumbres crearemos conceptos, hábitos de consumo y marcas que no sólo seducirán a todo el mundo sino que sobre todo traerán el bienestar definitivo a nuestro país.

¿Podremos los peruanos conquistar el mundo con nuestras marcas?
Sí. Todos los aquí presentes somos los llamados a lograrlo.

Muchas gracias

Gastón Acurio
Fuente: Ceremonia de Premiación
Premios Effie 2006


Discurso de Orden de Gastón Acurio en la Ceremonia de Apertura del Año Académico Universidad del Pacifico

CEREMONIA DE APERTURA DEL AÑO ACADÉMICO
DISCURSO DE ORDEN SEÑOR GASTÓN ACURIO JARAMILLO

Marzo 2006


Si bien podríamos pensar que los recursos naturales con los que cuenta nuestro país han sido una bendición, la historia nos ha enseñado siempre lo contrario. Alguna vez fue el caucho; otra vez, el guano; hoy son los minerales. Sin embargo, cuando estos se acaban, con ellos termina un ciclo económico de bonanza y aparece esa odiosa debacle e incertidumbre que destruye democracias y da origen a falsos caudillos.

Nos queda claro, entonces, que el crecimiento, la estabilidad y la riqueza de un país nunca estará del lado de los recursos naturales, sino de los productos que se elaboren con ellos. Por ello, los suizos compran recursos como el cacao o el oro y con ellos elaboran chocolates, joyas o relojes; y, por ello, los japoneses y los coreanos compran minerales para luego transformarlos en electrodomésticos y automóviles. Los ciudadanos de todos los países industrializados han entendido que la gran riqueza no está solo en la elaboración de productos genéricos, sino en la creación de marcas cuyo reconocimiento en términos de calidad les permite expandirse por todo el mundo. Por ello, Suiza compró cacao y oro, y sus ciudadanos los convirtieron en chocolates Nestlé y en relojes Rolex; Japón y Corea compraron minerales y su gente los convirtió en Toyota, Nissan o Samsung; y en épocas aún más recientes, el norteamericano Howard Shultz compró café por el mundo y se lo devolvió convertido en Starbucks.

Pues bien, la gastronomía peruana hasta hace muy poco ha sido justamente eso: un gran recurso. En efecto, ha sido un recurso muy querido por todos, un orgullo para todos, y muy apreciado por algunos extranjeros que descubrían anecdóticamente sus bondades en visitas de trabajo por el Perú. Sin embargo, nuestra gastronomía no es afortunadamente solo un gran recurso, sino una suma de cocinas y conceptos que, en muchos casos, aún esconden un gran potencial. Una vez desempolvado tal potencial y luego de haberse creado el marco conceptual y puesto en valor, los productos de la gastronomía peruana podrían ser exportados por todo el mundo.

Así es. Detrás de nuestra entrañable cocina criolla, de nuestras pollerías, de los chifitas de barrio, de la cocina novoandina, de las picanterías arequipeñas, de los anticuchos, de los sánguches, de la cocina nikkei o de las cebicherias, existen oportunidades inmensas de crear conceptos que trasciendan su ámbito local para convertirse en productos, productos peruanos de exportación que no solo aspiren a codearse con conceptos ya instalados globalmente como pizzerías, hamburgueserías, sushi bares o taquerías mejicanas, sino que, además, generen al Perú enormes beneficios tanto económicos como de marca país.
Hasta aquí creo que podemos entender cómo nuestra gastronomía, un gran recurso, con productos con gran potencial, está lista para expandirse por el mundo; sin embargo, algo falta para el despegue final. ¿Qué sucede que aún no despegamos como quisiéramos?

Todos los estudios de mercado hechos fuera del Perú por empresas internacionales indican que el concepto culinario más en alza en el mundo es el peruano, que la demanda del consumidor internacional por conceptos peruanos rebasa largamente a su oferta, que invertir en un restaurante peruano bueno es invertir sin riesgo en cualquier ciudad norteamericana o europea.

Dentro del Perú hemos vivido una revolución editorial y educativa en términos culinarios que nos ha llevado a publicar en los últimos diez años más libros de cocina que en toda nuestra historia editorial previa. En Lima se han abierto, en los últimos 5 años, 22 escuelas de cocina reconocidas oficialmente, lo que la convierte en la ciudad con más escuelas de cocina en el mundo. Este año el 30 por ciento de los turistas que visitó el Perú para ir a Cuzco decidió quedarse en Lima un par de días adicionales solo por todo lo que había leído y escuchado acerca de su gastronomía. Los periodistas más importantes de todo el mundo son enviados a cubrir esta revolución culinaria y publican artículos y emiten programas de TV deslumbrados por lo que ellos consideran la inminente invasión peruana de sabores por todo el mundo. ¿Por qué a pesar de todos esos indicadores aún no se crean restaurantes peruanos en todas partes? La respuesta es más que evidente. Tenemos el recurso, disponemos de los productos. ¿Qué nos falta? Las marcas. Las marcas peruanas de productos culinarios peruanos por el mundo. Allí está la clave.

Algunos dirán que nos falta también el capital, los recursos financieros. Nosotros podemos rebatir ello contándoles que recibimos casi diariamente propuestas de inversionistas, desde Arabia Saudí hasta Australia, para invertir en restaurantes peruanos, propuestas que en su mayoría rechazamos porque creemos firmemente que todo tiene su momento, su espacio, su oportunidad.

Marcas peruanas, eso es lo que los cocineros y empresarios peruanos tenemos que lograr para que esos inversionistas no tengan una, sino muchas opciones para escoger a la hora de decidirse por uno u otro concepto. Necesitamos marcas que hayan desarrollado internamente todo aquello que hace que una pequeña gran idea, un pequeño gran sueño se traduzca en una filosofía poderosa que vaya creciendo poco a poco hasta convertirse en un modelo para estudiar, imitar, admirar, e incite a invertir.

En el caso de nuestra organización hemos venido desarrollando conceptos culinarios cuya aspiración, desde el comienzo, fue no solo su internacionalización, sino también su segmentación, pues entendimos desde el comienzo que los restaurantes no son escenarios genéricos sino espacios para públicos distintos, para momentos distintos, para economías distintas.

Cuando empezamos con el restaurante “Astrid y Gastón” hace doce años, lo hicimos con un capital de 45,000 dólares, prestados por familiares y amigos sin mucha fe, pero con un gran cariño hacia nosotros. Al cabo de 5 años, y luego de haber encontrado finalmente nuestra filosofía, después de habernos definido conceptualmente como restaurante de alta cocina peruana, lo que nos permitió ubicarnos en la cúspide de la pirámide de segmentación del mercado culinario, hicimos nuestra primera incursión fuera del país, en Chile, donde la cocina peruana ya tenía un gran reconocimiento. Los premios no tardaron en llegar, y luego vinieron Colombia, Ecuador, y, ahora, Venezuela, Panamá y México. Hoy cada uno de los locales ubicados en los mencionados países no solo es rentable, sino que, además, es reconocido como líder y referente de alta cocina en cada lugar. Así es: alta cocina peruana codo a codo con la francesa, la española, la italiana, etc. Como en algunos casos, las revoluciones empiezan de arriba hacia abajo, esto nos ha preparado el terreno para que nuestras otras marcas puedan ingresar con facilidad en otros segmentos avaladas por el prestigio generado por la anterior. Es más fácil conquistar corazones haciendo alta cocina y luego sánguches que haciendo sánguches y luego alta cocina.

Después nació “Tanta”, al que ubicamos dentro del segmento del restaurante familiar y lo definimos como el bistró o el deli de los peruanos, el lugar donde quien no podía pagar “Astrid y Gastón” podía sentir la misma filosofía y el mismo espíritu, pero en un ambiente informal y con precios asequibles, siempre con los sabores peruanos, pero siempre con originalidad, sofisticación y espíritu artesanal. Para nosotros hacer “Tanta” fue de alguna manera una catarsis, pues cada vez más “Astrid y Gastón” nos dejaba esa sensación de ser cocineros de elites pequeñas en un país de muchos y “Tanta” significaba justamente liberarnos de esas ataduras y poder mostrar a muchos todo aquello que queríamos decir con nuestro trabajo. Hoy tenemos tres locales en Lima, abrimos uno más este año y hemos terminado ya el proceso de elaboración de manuales, con lo cual ya está listo para ser exportado.

Luego vino “La Mar”. Si bien tengo muchas cebicherías favoritas, siempre sentí que todas carecían de una filosofía total que les permitiera competir con liderazgo en cualquier parte del mundo. Sentía mucha pena al ver cómo los peruanos habíamos devaluado un producto tan atractivo y sofisticado como nuestra cocina marina, relegándolo a categoría de “chingana” con sillas de plástico, sin servicio y con otras carencias notables. Y lo que era más grave, cuando algún empresario decidía mejorar sus instalaciones o mejorar el servicio, automáticamente quitaba el cartel de cebichería, para llamarlo restaurante de pescados y mariscos, sin darse cuenta de que era justamente ese nombre su mayor virtud, la que lo diferenciaba de las demás ofertas marinas que encontramos por el mundo.

Cebichería, peruvian seafood, eso fue lo que imaginamos como una realidad difundida por todas partes. Y, claro, lo demás era simple: había que aprovechar la enorme popularidad del cebiche por el mundo y crear una cebichería como concepto ubicado en el segmento étnico que compitiera internacionalmente con los sushi bares japoneses, con la convicción de que no eran ni mejores ni peores, sino simplemente distintos, con la diferencia de que frente a la solemnidad casi monacal del sushi bar, estaba el espíritu divertido y desenfadado de la cebichería. Había que mantener los elementos identificadores: la caña, el viento, la luz, pero con diseño. También era necesario mejorar y estandarizar la materia prima, crear una filosofía de servicio acorde con el ambiente alegre que debía de prevalecer, conservar los sabores con detalles de imaginación, y contar esa historia real de que los peruanos amamos el cebiche, y la cebichería es nuestro templo en todas partes.

Hoy estamos abriendo el segundo “La Mar” en Lima y ya hemos vendido franquicias de este concepto en México, toda Centroamérica y el Caribe, y Brasil. Para el año 2007 esperamos iniciar las actividades de esta marca en Inglaterra y Washington. Creemos firmemente, por muchas razones, que la cebichería peruana es el concepto que se expandirá más rápidamente por todo el mundo.

¿Cuál es nuestra cuarta marca? Cuando uno pregunta a diez peruanos si les gusta el pan con chicharrón, los diez dicen que sí. Cuando uno pregunta si les gustan las hamburguesas, la cifra baja a 5 ó 6. Sin embargo, cuando uno repregunta cuántos panes con chicharrón o cuántas hamburguesas ha comido durante la semana, estas últimas siempre terminan ganando. Por haber conocido y analizado esta realidad, entendimos claramente el mensaje. El problema no era nuestro sánguche, el problema era que no había una marca que pudiera salirles al frente a las cadenas de comida rápida con una propuesta que, a partir de nuestras tradiciones sangucheras, pudiera crear un escenario que satisficiera las aspiraciones de nuestra gente.

En estos momentos estamos por inaugurar la sanguchería “Pasquale hermanos” para ubicarse dentro del segmento de comidas rápidas, para que, sin renunciar a su espíritu artesanal, sino más bien haciendo de ello una ventaja, compita directamente con las marcas de comida rápida internacionales con un concepto netamente peruano. Allí existirá un escenario ad hoc, unos protagonistas, los hermanos Pasquale, primos de los Carbone, los Cordano, los Queirolo, los Palermo, fundadores de las sangucherías limeñas, pero donde el peruano sentirá que finalmente el sánguche peruano dejó de ser una aventura mensual y valiente, y se hará parte de su vida cotidiana. Lo que nos inspira es la ilusión de que este segmento de mercado se reacomode y dé cabida a una propuesta netamente nacional.

Esperamos abrir muchos “Pasquale” en Lima y su internacionalización dependerá del éxito de las cebicherías, los bistrós peruanos, y otros conceptos que harán de la marca genérica Perú lo suficientemente fuerte como para que “Pasquale” tenga el camino expedito.

Estamos ahora en busca del local para construir nuestra quinta marca: “Panchita”. Durante siglos, las anticucheras de las esquinas formaron parte del ornato y la identidad de nuestra ciudad y, por cierto, del atractivo hacia el turista. Sin embargo, en los últimos años autoridades equivocadas las persiguieron argumentando razones sanitarias, en vez de darles las herramientas para que estuvieran de acuerdo con los tiempos, al punto que hoy es casi imposible encontrar una anticuchera de aquellas que daban vida y aroma a nuestras esquinas. Paradójicamente en cada una de esas esquinas han abierto pequeños negocios de hamburguesas o pollos broaster con costumbres sanitarias mucho más cuestionables que las de nuestras doñas Panchitas de antaño y que, además, en nada podrían cautivar al extranjero que nos visita.

Es con tal espíritu reivindicador con el que nace “Panchita”, como un homenaje a esa tradición y a todas esas anticucheras que alguna vez adornaron la ciudad. Anticuchería, pero convertida en un restaurante de verdad, con servicio, con diseño, con filosofía propia; anticuchería que será vendida al mundo como la parrilla de los peruanos, y que nace con la vocación internacional de competir directamente con las parrillas argentinas y los rodizios brasileños, pero todo en el mundo del anticucho, dentro de un marco festivo y con decoración que recuerda a las haciendas peruanas, con anticucheras robustas en vez de parrilleros gauchos, con parrillas como las de las esquinas, con huancaínas y cremas en vez de chimichurris, con 25 tipos de anticuchos con todos los sabores, desde el clásico de corazón hasta el sofisticado de atún, con yuca frita, papas doradas, choclos y tacu tacus en vez de papas fritas, con música latina en vez de tangos, con una fiesta de sabores peruanos en vez de una sola pieza de carne de 500 gramos. La anticuchera de la esquina, pues, quedará convertida en restaurante. Su internacionalización dependerá del éxito de las cebicherías.

Estamos en proceso de creación de tres marcas más. La primera es la de un chifa, pero que sea el real reflejo de una fusión peruano-china y no de un restaurante chino con toques peruanos. Hoy el Perú cuenta con 5,000 chifas; sin embargo, no tenemos ninguna marca. Deberemos crear decoración, ambiente, música, filosofía de servicio, y comida, por cierto, comida que sea el reflejo de un auténtico mestizaje peruano-chino, cuya diferenciación de lo chino será la clave para su internacionalización.

Estamos también en proceso de creación de la pollería de nuestros sueños, donde las guarniciones peruanas harán la diferencia frente al roasted chicken de otros lares, y donde la brasa que le da todo el sabor original, y que lamentablemente algunos comercios hoy devalúan llamándolo brasa cuando usan gas, será lo que marque la diferencia y el sello de roasted chicken peruvian style.

Crearemos también una cadena de hoteles boutique en lugares paradisíacos de nuestro país, con un espíritu peruano latino, donde el diseño, el buen precio, el servicio esmerado y, a la vez, espontáneo y la gran cocina avalada por nuestras marcas serán la clave de su crecimiento y de su internacionalización.

Finalmente hemos terminado de desarrollar lo que es el comienzo de nuestra división industrial. Tenemos claro que, en un futuro, el desarrollo de la cocina peruana, no solo en restaurantes orientados al extranjero, sino también en los hábitos de consumo internacionales, generará una demanda de bases de sabor, salsas, productos derivados que simplifiquen el camino a la hora de preparar un cebiche, un tiradito, una causa y demás. Hemos desarrollado ya las fórmulas: solo nos queda esperar que el mercado esté listo para recibirlas en una marca que tenga como aliado estratégico a un productor emprendedor de Virú, con quien ya contamos, y un distribuidor apasionado, peruano también, quien ya está listo para asumir su función.

Me imagino que ustedes y mucha gente se preguntará por qué tanta fe. En realidad no es fe, es simplemente resultado de un análisis concreto. En los años 80 se dio el inicio del gran despegue de la cocina mejicana por el mundo. En aquel entonces no había Internet, ni las economías estaban globalizadas, ni las barreras culturales habían sido quebradas, ni las fusiones estaban de moda. En ese momento, los mejicanos salieron al mundo con sus tacos y sus tequilas, convencidos de que con ello conquistarían a todos.

En aquel entonces habría unos 500 restaurantes mejicanos. Hoy debe haber más de 200,000. Con ello no solo lograron introducir dicho concepto, sino que también lograron poner de moda el tequila, la cerveza Corona, las salsas derivadas que hoy vemos en todos los supermercados y, por supuesto, el chile. La difusión del chile llegó a tal punto, que hoy nuestro valle de Virú tiene que producir chile jalapeño porque el agro mejicano no es suficiente para abastecer la demanda mundial.

Con los japoneses sucedió lo mismo. A inicios de los ochenta no había sushi bares por el mundo. Hoy hay más de 50,000, y, gracias a ellos, pudieron entrar no solo productos sino otros conceptos como el teppanyakki, del benihana, o los noodle bars tan de moda en Europa.

Entonces, si hoy las barreras culturales ya no existen, si el Internet está al servicio de todos los conocimientos culinarios internacionales, si las economías se han globalizado irreversiblemente, si los estudios, la prensa internacional y el consumidor foráneo nos dan permanentes señales de estar esperándonos, y si, además, contamos no con un producto, sino con muchos productos mucho más diversos, sofisticados y divertidos que ofrecer, ¿por qué creer que vamos a fracasar en el intento? Nuestra fe nace del análisis, no de la ilusión, y nuestra fuerza, eso sí, nace del deber, de la convicción de que los cocineros somos actores reales de los procesos de cambio que el Perú necesita. Creemos firmemente que el éxito de los restaurantes peruanos por el mundo traerá consigo muchísimos beneficios directos e indirectos para el país.

Imaginamos de aquí a veinte años un escenario donde existan, al igual que hoy hay mejicanos, unos 200,000 restaurantes peruanos de todo tipo y en todas partes. Supongamos que, cuando caminemos por cualquier ciudad europea, encontraremos una anticuchería al lado de una pizzería, una sanguchería al lado de una hamburguesería, una cebichería al lado de un sushi bar o un restaurante criollo al lado de un tex mex. Si somos capaces de concebir esa realidad, entonces podremos imaginarnos todos los beneficios que aquel escenario traerá consigo.

La demanda de productos tan comunes como papa amarilla, ají, cebolla roja, rocoto o limón se multiplicaría infinitamente y con ello acabaríamos con uno de los más dolorosos males que padece nuestro país y que genera tanto enfrentamiento aprovechado coyunturalmente por falsos profetas: el empobrecimiento del campesino peruano en los Andes. Hoy, para solo darles un ejemplo, el kilo de papa amarilla se vende en Europa en mercados étnicos a 5 euros el kilo. En contraste, por lo mismo al campesino peruano se le pagan solo 30 céntimos de sol en chacra. Con el nuevo escenario, esto cambiaría y, con ello, desaparecería un permanente caldo de cultivo para la inestabilidad del país.

En dicho escenario se generarían también muchas industrias y productos de base de sabor, como la que venimos desarrollando, de salsas, de pisco, de libros, de revistas, de turismo gastronómico, de asesoramiento gastronómico, de snacks, de dips y todo aquello que va naciendo alrededor de conceptos como los que tenemos. Italia, por ejemplo, exporta productos por 5,000 millones de dólares solo porque un concepto llamado pizza existe por todo el mundo. Esto es más que elocuente para imaginar lo que podríamos generar en torno a toda nuestra gama de conceptos. Quizás lograríamos una cifra mucho mayor que esa.

Por último, el hecho de tener estos conceptos y marcas por el mundo, le daría a la marca Perú un poder de seducción que no solo llamaría la atención del público internacional hacia otras propuestas peruanas, como la moda, el diseño, la joyería, la música, la industria y demás, sino que también incentivaría y activaría la creatividad y la confianza de nuestros jóvenes para elaborar conceptos propios y tener la valentía de salir al mundo con ellos.

Por estas razones creemos que los cocineros tenemos muchas cosas que decir: además de cocinar, tenemos una enorme responsabilidad como miembros de una generación a la que se ha dado con mucha generosidad la oportunidad de representar a su país en aquello que tiene de más poderoso: su gastronomía; en aquello que el mercado hoy más valora y aprecia de nosotros; en aquello que puede generar enormes cambios no solo económicos, sino sobre todo en la manera como los peruanos debemos encarar nuestro futuro personal y el futuro del Perú.

Los peruanos debemos buscar la riqueza dentro de nosotros mismos: estamos llenos de oportunidades por todas partes esperando a alguien que les dé el valor y la fuerza necesarios para convertirlas en algo atractivo y poderoso para vender al mundo.

La clave está en entender que somos una gran nación, con una gran cultura viva, fruto de siglos de mestizaje, y que es justamente ese mestizaje el que ha hecho de nuestra cocina una propuesta variada y diversa que ha cautivado finalmente al público internacional. Es en ese mestizaje donde los peruanos debemos encontrar la fuente de inspiración no solo para generar riqueza, sino sobre todo para aceptarnos y querernos como nación. Solo a partir de ello podremos encontrar dentro de nosotros todas aquellas ideas que luego saldrán transformadas en productos y en marcas para conquistar el planeta.
Hoy estoy aquí muy emocionado por el hecho de poder dirigirme a ustedes no solo para contarles todas estas cosas, sino para recordarles que, como yo, son ustedes los jóvenes más afortunados de este país. Que son aquellos a quienes la suerte les concedió haber nacido en una familia que los pudo educar con amor en un país donde muchos niños ni siquiera conocen el amor. Ustedes, hoy y aquí, están recibiendo la mejor educación, como la que yo recibí y como la que hoy reciben mis hijas, mientras muchas otras niñas en vez de ir a la escuela tienen que trabajar.

Esto no solo debe indignarnos como ciudadanos de un país al que amamos y en el que queremos crear riqueza y logros personales, sino que debe convertirnos en actores para revertir para siempre esta situación y llevarnos finalmente a construir un país próspero lleno de riqueza, donde sintamos orgullo de formar parte de una nación en la que las oportunidades están basadas en una educación igual para todos, en la que existe una justicia igual para todos y un Estado que, de la mano con sus ciudadanos, vigila e interviene enérgicamente frente a la arbitrariedad, el abuso y el rompimiento de las reglas de juego pactadas por todos.

Créanme, solo es posible cumplir sus sueños personales si tenemos un sueño nacional anterior. El éxito personal solo llegará si nuestros objetivos trascienden al ámbito individual para formar parte de una gran aspiración colectiva. Japón reconstruyó su país en ruinas para convertirse en la potencia de hoy porque antes que individuos eran japoneses. Alemania hizo lo mismo, Israel también, al igual que naciones mucho más jóvenes como Australia o Nueva Zelanda.

Es en ese espíritu nacional, pero el positivo, el que se abre al mundo, el que se cuestiona, el que tolera, el que abraza, el que integra, el que aplaude el éxito y no en el nacionalismo que se lamenta, que condena, que divide, que se encierra y protege la mediocridad, en donde finalmente los peruanos alcanzaremos el rostro definitivo de nuestra nación y con él la tan ansiada prosperidad.

Para terminar quisiera decirles, en realidad pedirles, que no se vayan del Perú: ustedes son sus hijos más afortunados, sus hijos más preparados. Si salen a estudiar una maestría, regresen. No se vayan: es aquí donde están las oportunidades, es aquí donde está la riqueza, es aquí donde la vida encuentra un sentido. No se vayan porque su pueblo los necesita; el Perú los necesita; la historia los necesita.

Muchas gracias
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Fecha: 07/04/2006

Vargas LLosa y Acurio
El colega Lorenzo Rolandi nos envía un artículo escrito por Mario Vargas Llosa acerca del famoso chef y empresario peruano Gastón Acurio.

Muy buen artículo, y releva la actuación magnífica de Gastón Acurio, un peruano exitoso sin fregar a nadie, sin explotar a nadie, más aún, ayudando a gente que nunca nadie ayuda.

EL SUEÑO DEL CHEF
Vargas Llosa escribe sobre Gastón Acurio

LIMA, 22 MARZO DEL 2009 (Diario El Comercio)


A comienzos de los años setenta, en una casa limeña situada en el límite mismo de dos barrios, San Isidro y Lince, donde se codeaban la pituquería y el pueblo, un niño de pocos años solía meterse a la cocina para escapar de sus cuatro hermanas mayores y los galanes que venían a visitarlas.
La cocinera le había tomado cariño y lo dejaba poner los ojos, y a veces meter la mano, en los guisos que preparaba. Un día la dueña de casa descubrió que su único hijo varón —el pequeño Gastón— había aprendido a cocinar y que se gastaba las propinas corriendo al almacén Súper Epsa de la esquina a comprar calamares y otros alimentos que no figuraban en la dieta casera para experimentar con ellos.
El niño se llamaba Gastón Acurio, como su padre, un ingeniero y político que fue siempre colaborador cercano de Fernando Belaunde Terry. Alentado por su madre, el niño siguió pasando buena parte de su niñez y su adolescencia en la cocina, mientras terminaba el colegio y comenzaba en la Universidad Católica sus estudios de abogado. Ambos ocultaron al papá esta afición precoz del joven Gastón, que, acaso, el pater familias hubiera encontrado inusitada y poco viril.
El año 1987 Gastón Acurio fue a España, a seguir sus estudios de derecho en la Complutense. Sacaba buenas notas pero olvidaba todas las leyes que estudiaba después de los exámenes y lo que leía con amor no eran tratados jurídicos sino libros de cocina. El ejemplo y la leyenda de Juan María Arzak lo deslumbraron. Entonces, un buen día, comprendiendo que no podía seguir fingiendo más, decidió confesarle a su padre la verdad.
Gastón Acurio papá, un buen amigo mío, descubrió así, en un almuerzo con el hijo al que había ido a visitar a Madrid y al que creía enrumbado definitivamente hacia la abogacía, que a Gastón-hijo no solo no le gustaba el derecho, sino que, horror de horrores, ¡soñaba con ser cocinero! Él reconoce que su sorpresa fue monumental y yo estoy seguro de que perdió el habla y hasta se le descolgó la mandíbula de la impresión. En ese tiempo, en el Perú se creía que la cocina podía ser una afición, pero no una profesión de señoritos.
Sin embargo, hombre inteligente, terminó por inclinarse ante la vocación de su hijo, y le firmó un cheque, para que se fuera a París, a completar su formación en el Cordon Bleu. Nunca se arrepentiría y hoy debe ser, sin duda, uno de los padres más orgullosos del mundo por la formidable trayectoria de su heredero.
Gastón estuvo dos años en el Cordon Bleu y allí conoció a una muchacha francesa, de origen alemán, Astrid, que, al igual que él, había abandonado sus estudios universitarios —ella, de Medicina— para dedicarse de lleno a la cocina (principalmente, la pastelería). Estaban hechos el uno para el otro y era inevitable que se enamoraran y casaran.
Después de terminar sus estudios y hacer prácticas por algún tiempo en restaurantes europeos, se instalaron en el Perú y abrieron su primer restaurante, Astrid y Gastón, el 14 de julio de 1994, con 45 mil dólares prestados entre parientes cercanos y lejanos.
El éxito fue casi inmediato y, quince años después, Astrid y Gastón exhibe sus exquisitas versiones de la cocina peruana, además de Lima, en Buenos Aires, Santiago, Quito, Bogotá, Caracas, Panamá, México, Madrid y ya incursionó en USA también.
En estos restaurantes la tradicional comida peruana es el punto de partida pero no de llegada: ha sido depurada y enriquecida con toques personales que la sutilizan y adaptan a las exigencias de la vida moderna, a las circunstancias y oportunidades de la actualidad, sin traicionar sus orígenes pero, también, sin renunciar por ello a la invención y a la renovación.
Otra variante del genio gastronómico de Gastón Acurio es La Mar, un restaurante menos elaborado y formal, más cercano a los sabores genuinos de la cocina popular, que, al igual que Astrid y Gastón, después de triunfar en el Perú, tiene ya una feliz existencia en siete países extranjeros.
Y, como si esto fuera poco, han surgido en los últimos años otras cadenas, cada una de ellas con una personalidad propia y que desarrolla y promueve una rama o especialidad del frondoso recetario nacional, T’anta, Panchita, Pasquale Hermanos, la juguería peruana, La Pepa y —el último invento por ahora— Chicha, en ciudades del interior dotadas de una comida regional propia, a la que estos restaurantes quieren dignificar y promover.
En el año de 2008 la cifra de ventas del complejo fue de 60 millones de dólares.
Pero el éxito de Gastón Acurio no puede medirse en dinero, aunque es de justicia decir de él que su talento como empresario y promotor es equivalente al que despliega ante las ollas y los fogones.
Su hazaña es social y cultural. Nadie ha hecho tanto como él para que el mundo vaya descubriendo que el Perú, un país que tiene tantas carencias y limitaciones, goza de una de las cocinas más variadas, inventivas y refinadas del mundo, que puede competir sin complejos con las más afamadas, como la china y la francesa. (¿A qué se debe este fenómeno?
Yo creo que a la larga tradición autoritaria del Perú: la cocina era uno de los pocos quehaceres en que los peruanos podían dar rienda suelta a su creatividad y libertad sin riesgo alguno).
En buena parte es culpa de Gastón Acurio que hoy los jóvenes peruanos de ambos sexos sueñen con ser chefs como antes soñaban con ser psicólogos, y antes economistas, y antes arquitectos.
Ser cocinero se ha vuelto prestigioso, una vocación bendecida incluso por la frivolidad. Y por eso, pese a la crisis, en Lima se inauguran todo el tiempo nuevos restaurantes y las academias e institutos de alta cocina proliferan.
Si alguien me hubiera dicho hace algunos años que un día iba a ver organizarse en el extranjero “viajes turísticos gastronómicos” al Perú, no lo hubiera creído. Pero ha ocurrido y sospecho que los chupes de camarones, los piqueos, la causa, las pachamancas, los cebiches, el lomito saltado, el ají de gallina, los picarones, el suspiro a la limeña, etcétera, traen ahora al país tantos turistas como los palacios coloniales y prehispánicos del Cusco y las piedras de Machu Picchu.
La casa-laboratorio que tiene Gastón Acurio en Barranco, donde explora, investiga, fantasea y discute nuevos proyectos con sus colaboradores, ha adquirido un renombre mítico y la vienen a visitar chefs y críticos de medio mundo.
Gracias a Gastón Acurio los peruanos han aprendido a apreciar en todo lo que vale la riqueza gastronómica de su tierra.
Él tiene un programa televisivo en el que, desde hace cinco años, visita cada semana un restaurante distinto, para mostrar lo que hay en él de original y de diverso en materia de menú. De este modo ha ido revelando la increíble diversidad de recetas, variantes, innovaciones y creaciones de que está hecha la cocina peruana.
Cómo se da tiempo para hacer tantas cosas (y todas bien) es un misterio. Su programa “Aventura culinaria” ha servido, entre otras cosas, para que se sepa que, además de Gastón Acurio, hay en el Perú de hoy otros chefs tan inspirados como él. Esa generosidad y espíritu ancho no es frecuente entre los empresarios, ni en el Perú, ni en ninguna otra parte.
Si en Astrid y Gastón, La Mar o cualquiera de los otros restaurantes de la familia, usted se siente mejor atendido que en otras partes, no se sorprenda.
Los camareros de Gastón Acurio —juro que esto no es invención de novelista—siguen cursos de inglés, francés y japonés, y toman clases de teatro, de mimo y de danza.. Si después de recibir este entrenamiento deciden buscarse otro trabajo, “mejor para ellos”, dice Acurio. “Esa es la idea, justamente”.
El éxito no lo ha mareado. Es sencillo, pragmático, vacunado contra el pesimismo, y, como goza tanto con lo que hace, resulta estimulante escucharlo hablar de sus proyectos y sueños. No tiene tiempo para envidias y su entusiasmo febril es contagioso.
Si hubiera un centenar de empresarios y creadores como Gastón Acurio, el Perú hubiera dejado atrás el subdesarrollo hacía rato.



Medios y remedios

Dom, 22/02/2009 - 01:43 Tomado de Diario La Republica

Por Augusto Álvarez Rodrich

¿Qué es el periodismo según el fujimorismo?


El abogado César Nakazaki quiso demostrar en su alegato de esta semana que el juicio a Alberto Fujimori está profundamente enturbiado por la supuesta presión que la prensa –“la justicia mediática”– ejerce sobre el tribunal. Salvo los fujimoristas rabiosos, deben ser muy pocos a los que convenció.
No logró persuadir al presidente de la Corte Suprema, Javier Villa Stein: “Por importante que sea el aporte de la prensa, la decisión sobre este caso le corresponde única y exclusivamente al Poder Judicial”. Tampoco a la fiscal Gladys Echaíz: “Quien va a resolver aquí es el juez a la luz de lo actuado, de las pruebas, de los argumentos que presenta la fiscalía, y no por lo que diga la prensa o el público”.
El alegato de Nakazaki carece de fundamento, y hace pensar que es parte de la construcción de una estrategia que se revelará posteriormente. Primero, porque es evidente que los jueces encabezados por César San Martín no son unos débiles mentales que siguen, como ovejas, lo que dice la prensa. Segundo, porque Nakazaki no dice la verdad cuando sostiene que la prensa ataca con inclemencia a su cliente.
Pasemos revista al kiosko. En la prensa escrita, es cierto que Fujimori recibe críticas de un sector de diarios (con La República como el más importante). Pero hay otro grupo, integrado por lo menos por tres periódicos de ámbito nacional, en los que la actitud hacia el procesado es muy cordial y hasta de hincha como, sin duda, es el caso de La Razón, que es un vocero del fujimorismo y, también, del aprofujimorismo.
En el ámbito radial, no se puede sostener que el fujimorismo reciba pocas oportunidades. Por el contrario, para el tamaño de la representación política, tengo la sensación de que su presencia en las radios noticiosas está sobredimensionada.
A su vez, el tratamiento al fujimorismo en los noticieros diarios de televisión es, en general, bastante neutral, mientras que en los pocos programas que incluyen opinión –un género en extinción, cada vez más escaso en la televisión nacional–, sí hay una opinión crítica hacia Fujimori, pero ese es su derecho, ¿o ya no va a ser así?
El problema del fujimorismo radica en eso precisamente. César Nakazaki se molesta, se irrita y le reclama a la prensa porque, en el fondo, la agrupación política de su cliente se acostumbró a gobernar con buena parte de la prensa –principalmente toda la televisión– comprada por Vladimiro Montesinos, con la anuencia, complicidad o lo que quieran llamarle de Alberto Fujimori, pues nadie se traga el argumento de que este era un pelele del ‘Doc’, razón por la cual debe ser sentenciado.


La izquierda: un debate necesario

Tomado de Diario La Republica Sáb, 21/03/2009

Alberto Adrianzén M.


Me parece un acierto que se haya abierto un debate público sobre la izquierda. Sin embargo, para que este transite por caminos que interesen a muchos y no a pocos como ha sido hasta ahora, debe evitarse dos cosas: una cierta nostalgia que nos dice que todo pasado fue mejor, pero también poner en boca de uno lo que no se ha dicho para luego criticarlo. Ello no ayuda a un debate que es urgente porque tiene mucho que ver con la salud democrática del país y con el futuro de las mayorías nacionales. Decimos esto porque el artículo de Martín Tanaka publicado un par de semanas atrás en este diario nos ha sorprendido y, por ello, es bueno responderle.
Tanaka sostiene que tanto Tafur como el autor de este artículo hemos caído en una “suerte de falacia retórica” al crear un “muñeco de paja para atacar al adversario” y definir nuestra posición como “prístina, incontaminada por la historia”. Debo decirle a Martín que no creo haber hecho de Tafur, con el cual, dicho sea de paso, no es la primera vez que polemizo, un “muñeco de paja” y menos que esté pensando que mi posición es “prístina, incontaminada por la historia”. Y si bien lo primero puede ser debatible, lo segundo me parece que es un error puesto que se cae en lo mismo que se critica, es decir, en crear un “muñeco de paja” para luego atacarlo, más aún cuando se dice que esa postura lleva a ocultar u omitir –porque se mueve en el “mundo de las ideas, incontaminadas por la historia”– las degeneraciones del socialismo. Quiero decirle a Tanaka que a comienzos de los años ochenta un grupo de militantes de izquierda decidimos romper públicamente con el llamado marxismo-leninismo porque pensábamos, justamente, que el famoso socialismo real no era democrático sino más bien un régimen autoritario que también oprimía a los trabajadores.
Es igualmente crear un “muñeco de paja” decir lo siguiente: “Yo estaría bastante seguro de que el capitalismo no se va a acabar antes del 2011”. Yo también creo lo mismo: el capitalismo no está a punto de terminar y, por lo tanto, no he planteado que estamos frente a una crisis estructural (o terminal) del mismo. Lo que he dicho en varios artículos son tres cosas: la primera, es que estamos frente a la crisis de un tipo de capitalismo que surgió luego de la crisis de los años setenta y que puede ser calificado como capitalismo neoliberal; la segunda, que el siglo XX no se acabó con la caída del Muro de Berlín sino más bien con esta última crisis del capitalismo; y tercero, que hoy vivimos en un mundo sin paradigmas (políticos y económicos) y que ello crea un espacio para repensar o recrear un pensamiento de izquierda (como también de derecha). Por eso no me extraña que hoy, como señalé, algunos líderes de la derecha mundial estén llamando a “refundar el capitalismo”.
Lo que sucede es que también están en crisis las políticas socialdemócratas, que supuestamente iban más allá, como se dijo en su momento, de la izquierda y la derecha, y que buscaban un equilibrio entre el mercado y el Estado. En realidad, lo que hemos tenido es un desplazamiento de la socialdemocracia hacia posiciones de derecha. La llamada Tercera Vía fue la mejor expresión de ello, al abandonar lo que se conoció como el consenso keynesiano de los años treinta y adoptar posiciones neoliberales como sucedió en el laborismo inglés. También ha fracasado esta búsqueda de un equilibrio entre mercado y Estado por una razón que se hace cada vez más evidente: ambos cumplen funciones distintas y, en algunos casos, antagónicas. Mientras que el Estado busca igualar, incluir, representar, regular y ampliar, muchas veces, la democracia; el mercado se basa en la competencia, en el triunfo de los más fuertes y en la expulsión de los débiles. Por eso el liberalismo económico puede existir, incluso, suprimiendo al liberalismo político.
No se trata, por lo tanto, de juntar un poco de esto y un poco de aquello como si fueran cosas iguales, sino más bien de redefinir el papel del Estado y del mercado, y de construir y enunciar una nueva crítica al capitalismo que es, justamente, lo que define el ethos izquierdista. Que en esa crítica se deba asumir tanto la realidad del mercado como los desafíos de un Estado que buscara, si cabe la expresión, estatalizar la sociedad, la política y la economía como sucedió en el pasado, no cabe la menor duda. Por eso un centrismo vacío que busca la aprobación de sectores que poco o nada tienen que ver con la izquierda, impide no solo un debate que hoy es urgente sino también la conformación de identidades colectivas, cuestión necesaria si queremos refundar en el país una nueva política que tenga como objeto central de sus preocupaciones el destino de la mayoría de los peruanos. Por eso espero que este debate continúe.

Debate sobre la izquierda y el capitalismo

Tomado de Diario La Republica 10/03/2009

Por Martín Tanaka


En las últimas semanas se ha dado un intercambio de opiniones sobre la izquierda en el Perú en el contexto de la crisis financiera internacional, en el que han participado Juan Carlos Tafur, Alberto Adrianzén y Antonio Zapata, cada quien desde sus respectivas columnas en Perú 21 y este diario, que merece ser resaltado.
Bienvenido el debate, escaso en nuestro medio, más tratándose de un tema importante, que nos lleva a pensar en las repercusiones de la crisis internacional sobre la política nacional, y la posibilidad de que Perú sea parte del “viraje a la izquierda” que está viviendo la región. El escenario actual, ¿mejora las perspectivas para posiciones de izquierda? ¿Qué deberían hacer las fuerzas de izquierda para situarse bien en esta coyuntura?
Si bien el debate en el que han participado principalmente Tafur y Adrianzén ha sido muy interesante, creo que por momentos se cae en una suerte de falacia retórica, según la cual, primero, se crea un muñeco de paja para atacar al adversario (de un lado tenemos neoliberales antiestatistas que favorecen egoístas intereses privados, y del otro estatistas populistas demostradamente ineficientes); y segundo, se define la propia posición como prístina, incontaminada por la historia (así, ni el socialismo ni el liberalismo “verdaderos” tendrían nada que ver con los socialismos o liberalismos “realmente existentes”; el liberalismo nada tendría que ver con Bush, el socialismo nada que ver con los populismos).

Creo que se trata de un razonamiento poco productivo: primero, caricaturizar al adversario dificulta reconocer y asimilar los puntos fuertes del oponente; y segundo, definir la posición propia como pura en el mundo de las ideas, incontaminada por la historia, dificulta tener una posición crítica frente a las limitaciones de la propia ideología. Y yo creo que tanto el liberalismo como el socialismo tienen que hacerse responsables por las perversiones que han engendrado, aunque fuera sin proponérselo. En otras palabras, no es tan raro que el liberalismo degenere en corrupción privada, ni que el socialismo degenere en autoritarismo e ineficiencia, si es que no se hacen esfuerzos explícitos para evitarlo.
Creo que estas consideraciones tienen implicancias prácticas concretas para los actores políticos. En cuanto a la izquierda, ¿qué tipo de propuesta debería levantar? La respuesta depende del diagnóstico de la crisis actual: ¿estamos ante un crisis “estructural” del capitalismo, y por lo tanto tendrían que levantarse banderas que busquen una ruptura con los modelos de desarrollo imperantes? ¿O se trata de una crisis coyuntural, y por lo tanto sería momento de políticas socialdemócratas, que busquen un equilibrio entre mercado y Estado? Yo estaría bastante seguro de que el capitalismo no se va a acabar antes del 2011, y por lo tanto el desafío que tiene la izquierda es el que tuvieron Toledo y García, y que sigue pendiente: cómo mantener el crecimiento y, al mismo tiempo, lograr que beneficie más a la población más pobre. ¿Cuál es la fórmula?


“El Comercio” por dentro

César Hildebrandt

Columnista de LA PRIMERA
Lima, 23 de Abril del 2009

Leo un artículo de Ricardo Uceda que intenta pintarnos a un Alejandro Miró Quesada Cisneros arcangélico y me viene un ataque de risa.

Hace tiempo que Ricardo se cree parte de las cúpulas del gran poder y eso me causa más gracia todavía. Lo que no sabe Uceda es que su actual consideración por quienes cortan el jamón no es del todo recíproca. Hay quienes no olvidan que este muy ingenioso provinciano fue redactor del semanario “Unidad”, órgano oficial del Partido Comunista (casa matriz: Moscú, al costado de la Lubianka).

En fin, de don Alejo Miró Quesada Cisneros hablaba a propósito de la crónica hagiográfica del buen Uceda.

Recordé de inmediato que en Internet ha circulado, desde hace algún tiempo, un texto testimonial de Orazio Potestá, un periodista de investigación que ha trabajado en “Correo”, “Caretas” y, precisamente, en la Unidad de Investigación de “El Comercio” en los tiempos de Miró Quesada Cisneros.

Potestá dice en su blog que una vez un editor del diario más viejo del Perú le dijo que no publicaría una investigación sobre Roberto Chiabra, ministro de Defensa del régimen toledista, porque la supuesta coima de la que trataba el texto ascendía “sólo a doce mil dólares”. Potestá lo cuenta exactamente así:

Editor: ¿De cuánto es tu coima?

Potestá: Doce mil dólares.

Editor: No, pues, muy poco...

Potestá: ¿?

Editor: Muy poco porque una página del domingo “me cuesta” 25 mil dólares.

Potestá: ¡Dios! ¿Y eso qué tiene que ver?

Al final, dice Potestá, la nota salió machacada, “con inofensivos titulares y las versiones de los testigos y peritos fueron recortadas”.

El periodista relata luego que se dedicó a investigar a la mafia narco de Tijuana en Paita.

“Me centré en un general del Ejército que era considerado como un héroe por muchos militares...Ese alto oficial se encontraba vinculado con el narcotráfico y las autoridades judiciales le habían rastreado una cuenta bancaria con varios cientos de miles de dólares en Gran Caymán”, apunta Potestá.

Pero en seguida añade:

“Mis pesquisas fueron paralizadas. Mis informes eran “levantados” a medianoche, pese a haberlos dejado diagramados y sacramentados y con el visto bueno de los jefes. Ello empezó a ocurrir luego de una serie de reuniones que ese editor sostuvo (a mis espaldas) con ese general del Ejército. Yo me enteré de ello gracias a mis buenos amigos de la DEA”.

Ese editor sería, según nuestra propia indagación, Juan Paredes Castro, valido de Miró Quesada Cisneros y actual intérprete de Miró Quesada Rada.

Se trata del mismo personaje que, poco tiempo después, le enviaría a Potestá un iracundo correo electrónico pidiéndole explicaciones y exigiéndole pruebas respecto de un informe en el que el periodista había recogido el clima antiminero de Áncash, producto de tanta contaminación.

“Me pedía “explicaciones” por haber difamado a una empresa minera que no hacía otra cosa que brindar desarrollo y trabajo a los peruanos”, cuenta Potestá.

Y lo peor es que lo hacía a partir del mail de una empresa minera específica que intentaba desmentir el informe y sostener la inocuidad de sus operaciones.

Ese editor, según Potestá, era conocido “por haber sostenido numerosas y secretas reuniones con Alberto Fujimori en Palacio de Gobierno, siempre a medianoche”.

Cuando Potestá esperaba lo peor, un jefe de sección le explicó la situación:

“Tranquilo. Me he enterado de que lo llevan a su tierra en avioneta. No le malogres esa gollería”.

Potestá tiene el coraje de admitir que, después de contestarle al editor y de ofrecerle su renuncia si en su informe se hallaba una inexactitud, no hizo nada más:

“Yo me tragué el sapo. Y el editor prosiguió con sus cómodos viajes en avioneta”.

En el relato de Potestá lo que viene es tan vergonzoso que parece extraído de una mala novela hiperrealista.

Cuenta que, faltando pocos días para las elecciones del 2006, una jefa de sección le tiró en el escritorio un manojo de papeles.

-Es una bomba de aquellas. Te harás famoso –dijo ella.

Se trataba de hacer creer a la opinión pública de que un “comando paramilitar de Patria Roja, azuzado por Ollanta Humala, iba a matar a Alan García en caso de que ganase las elecciones...”

Potestá descubrió en un dos por tres que era una de las imbecilidades más ruines que alguien hubiese podido imaginar. Sólo a policías fronterizos, como el famoso Max de la Dircote, y a periodistas que hablan solas, como la pobre Chichi, se les podía ocurrir que aquella patraña tenía algo de cierta.

Potestá descubrió que el supuesto comando de aniquilamiento estaba integrado, entre otros, por un borracho, un gordo de 100 kilos, un militante septuagenario y con muletas y una chica embarazada de siete meses.

Mientras la jefa insistía, Potestá trataba de convencerla de que esa mentira podía hacerle daño al diario, al país, al concepto mismo del quehacer periodístico. Pero la jefa insistía obsesivamente diciendo que su fuente estrella le había prometido muchas más cosas y todas las primicias que se quisiera con tal de que el domingo previo a las elecciones saliera ese informe. Entonces Potestá no se contuvo más y le disparó esta pregunta:

-¿Es el pata que te va a buscar a la medianoche para invitarte pisco-souers en el Country Club?

La jefa colgó el teléfono abruptamente.

Allí sí que Potestá logró su cometido. La jefa, que antes parecía estar tan personalmente interesada en su futuro, lo odió prolijamente, pero el informe no se publicó.

No tendría la misma suerte con otro caso que casi vino a continuación. Las fuentes de la DEA le mostraron a Potestá documentos que demostraban que Lupe Zevallos, hermana de Fernando Zevallos, había sufrido el embargo de una cuenta bancaria panameña ascendiente a ocho millones de dólares.

Potestá escribió la nota, se sintió feliz y esperó las felicitaciones del caso.

Hasta que su editor lo llamó y le dijo:

-No sé qué pasa. He notado cosas raras. La nota es redonda, no hay flancos abiertos. Pero el director (Alejandro Miró Quesada Cisneros, nota de C.H.) le está poniendo trabas.

-¿Pero qué dice, concretamente? –preguntó Potestá.

-Dice que el problema es con Fernando Zevallos y no con su hermana. Que no debemos meternos con ella porque su presencia en el caso es circunstancial –dijo el editor.

Potestá prosigue así su relato:

“Le expliqué a mi jefe (Fernando Ampuero, nota de C.H.) que eso era ilógico. Que Lupe era prácticamente fundadora de Aerocontinente y que se encontraba relacionada con las finanzas de esa empresa, cuyo vínculo con el tráfico internacional de drogas había sido probado por el poder judicial...”

Potestá siguió argumentando. Su “editor”, no movió una pestaña cuando, días más tarde, le dijo, con todo descaro:

-Olvídate, tu nota nunca saldrá impresa. Algo le pasa al jefe.

Al final, la información la publicó “Caretas”.

Lupe Zevallos salió a defenderse en RPP*. Potestá lo cuenta así:

“Y dijo algo que, sin exagerar, me tumbó al piso. Ella le había regalado decenas de pasajes aéreos de Aerocontinente a la esposa del director que había rechazado mi reportaje. Los boletos de viaje habían sido entregados mientras algunos periodistas se jugaban el pescuezo investigando los pases y negociados del peligroso Lunarejo...”

Potestá fue a visitar a sus fuentes en la embajada de los Estados Unidos:

-Qué papelón he hecho. Qué estúpido he sido. ¿Nadie se salva? ¿Nadie se salva del narcoráfico? –se preguntó Potestá con cierta teatralidad.

Cuenta el periodista que DK, un pelirrojo agente de la DEA, le contestó:

-Confiamos en los periodistas, pero no en los directores, ni en los editores...Menos en los propietarios...

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(*) No sólo lo dijo en RPP. Lo dijo en otras emisoras y también en el programa televisivo que yo dirigía en Canal 2. Por esa razón es que un joven pandillero del gremio, hijo de un todoterreno de la venalidad, se permitió hace poco lanzar insinuaciones que serían más bien atribuibles a su apellido.
Fujimori en el Paraíso
César Hildebrandt.


Fujimori en el Paraíso

Escucho a Alberto Fujimori describir su paraíso de opio y compruebo que gente como él sólo puede prosperar en un país que
tiene a un 40 por ciento de ciudadanos a los que les da lo mismo –lo dicen reiteradas encuestas- si los rige una democracia o
una dictadura.

O sea que en el Perú hay un 40 por ciento de ciudadanos que casi aspiran a no ser ciudadanos y que quieren ser, a veces con
fervor, vasallos tristes y alegres siervos de la gleba.

Detrás del fujimorismo está la capacidad de sumisión y la arrolladora ignorancia que lastiman el alma del Perú.

Escucho a Fujimori y me digo que si hubiera géiseres de cinismo sonarían como su voz.

Habla de coraje el hombre al que le temblaba la voz cuando se dirigió a buscar refugio en la embajada del Japón la noche del
fallido golpe del general Salinas Sedó.

Habla de honor el hombre que emputeció a la Fuerza Armada, hizo del Congreso un chiquero, suprimió el orden constitucional,
desconoció su firma y hasta su huella digital con tal de no pagarle una deuda a la madre de sus hijos.

Habla de orgullo de sí mismo el sujeto que quiso ser senador japonés para obtener la inmunidad que lo librara del alcance de la ley.

Habla de responsabilidad el hombre que llenó 45 maletas de videos, dinero y botines diversos, tomó el avión presidencial y pasó
de Brunei a Tokio, donde pidió asilo y desde donde renunció por fax a la presidencia de la República.

Habla de amor por la patria el jefe de una banda que saqueó las cuentas del tesoro público por un valor que los más conservadores
estiman en dos mil millones de dólares.

Habla del veredicto de la historia el sujeto que estaba pescando en Iquitos cuando la policía de la Dincote, sin ninguna ayuda de
Montesinos, capturó a Abimael Guzmán, el hombre que huyó del país tras descubrirse cómo es que Montesinos compraba esos
congresistas que hoy deben estar frotándose las manos.

Qué patético pobre diablo es Fujimori. Se atribuye todos los poderes para las cosas que salieron bien y se pinta como un presidente
disminuido, desinformado e irresponsable cuando le mencionan los asesinatos que cometían los criminales a los que él felicitaba,
ascendía y amnistiaba.

“Yo era comandante de la Fuerza Armada en el sentido en que un entrenador de fútbol comanda al equipo”, dijo ayer destilando la
esencia de su legendaria cobardía.

O sea que debemos alabarlo por haber “comandado” las fuerzas armadas que derrotaron al senderismo, pero debemos exonerarlo
de toda responsabilidad cuando esas mismas fuerzas armadas mataban ancianos, niños y mujeres en las alturas de Ayacucho.

Debemos agradecerle el haber sacado al país de la crisis económica en la que nos hundió Alan García – quien hizo tanto para que
Fujimori lo sucediera-, pero tenemos que olvidar que con él todos los derechos del trabajador fueron abolidos, todo asomo de equidad
fue perseguido, toda corrupción en el proceso de las privatizaciones fue posible.

Tenemos que decirle gracias por la paz con Ecuador –Tiwinza incluida, derechos de navegación ecuatorianos en ríos peruanos incluidos-
pero no podemos recordarle su repugnante papel en la derrota peruana del Cenepa, cuando nuestros soldados carecían de logística, comunicaciones y, en muchos casos, de rancho y de zapatos.

Debemos ser gratos con su régimen porque “refundó el país” (Fujimori dixit), pero tenemos que olvidarnos que quince de sus ministros
o están presos o están con orden de captura por ladrones.

Debemos ser fujimoristas por las escuelas que sembró el Fonades, pero no debemos evocar la prensa inmunda que él creó para ensuciar
a sus adversarios y, seguramente, “elevar el nivel cultural”.

Este demócrata que cerró el Congreso, este honrado que permitió la rapiña más grande de la que se tenga noticia, este ciudadano ejemplar
que convirtió a un edecán en fiscal para entrar a robar maletas en la casa de Trinidad Becerra, este hombre decente que tuvo como socio a Montesinos, este estadista al que defienden sujetos como Saravá, este ángel que vivió entre alimañas, este hombre ejemplar que dio un
golpe de Estado cuando su esposa, en un rapto de bendita locura, denunció los asaltos de la hermana Rosa y del cuñado Aritomi a la caja
de Apenkai, este probo encubridor de Miyagusuku, esta vergüenza que grita lo que lee y juega con la voluntad de olvidar de los peruanos,
este señor Fujimori, en suma, sigue siendo exactamente el mismo miserable que la miseria moral adora y hace suyo.

El secreto de Fujimori es que ha convertido en socialmente exitosos los peores vicios de la “peruanidad”: la crueldad en el tumulto,
el cinismo como método y, sobre todo, la cobardía elevada a la categoría de función vital.

El triunfo de Keiko Fujimori, de darse, será el resumen vistoso de la tragicomedia nacional y una prueba de que hay países económicamente pujantes y moralmente inviables.

Solo falta saber ¿Quienes votarán por Keiko Fujimori?.

Seguramente los que no saben cual ha sido su produccion en el Congreso.

Se la ha pasado con licencia para estudiar su maestria en los Estados Unidos.......
y eso que aún no toma sus licencias por maternidad...

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